SANTO DOMINGO.- El Teatro Nacional celebra 50 años de fundado desde aquel 16 de agosto de 1973.
Una serie de eventos nacionales e internacionales, entre clásicos y populares, han estado presentándose en el principal teatro de la República Dominicana este 2023, entre esos el Festival Nacional de Ballet en mayo pasado.
En agosto, para el mes de celebración, el público se deleitará con «La Novena Sinfonía de Beethoven» bajo la dirección del maestro José Antonio Molina al Frente de la Orquesta Sinfónica Nacional acompañados de unas 100 voces del Coro Nacional.
En la parte teatral, será el estreno del esperado montaje de «Juana la loca, ¿locura o conspiración?» con la dirección de Guillermo Cordero, basada en la obra escrita por el gran autor dominicano Manuel Rueda, ganadora del Premio Tirso de Molina de España. Esta versión reciente cuenta con la adaptación de Richardson Díaz.
Al frente de la dirección del Teatro Nacional Eduardo Brito está desde hace un año el destacado coreógrafo, bailarín y fundador de Ballet Concierto Dominicano, Carlos Veitía, quien ofreció una entrevista para Diario Libre sobre retos y cambios que trae el espacio cultural.
«El Teatro Nacional está inmerso en producir una serie de espectáculos que hemos concebido gracias a nuestros aliados durante el año», dijo el director agradeciendo el apoyo de la Sociedad Industrial Dominicana, el Banco Popular, la Fundación Sinfonía, Banco de Reservas, Embajada de España, el Grupo León Jimenes y otros.
Porque, tal y como considera el consagrado coreógrafo, 50 años no regresan. «Este jubileo del TN cuenta con otros eventos además de los mencionados como el Festival Van Cliburn de Piano auspiciado por la Fundación E. León Jimenes y la Fundación Sinfonía. Esta última traerá a RD la orquesta juvenil del Carnegie Hall, NY02 del 17 al 19 de julio», adelanta.
Llevó gente joven
Carlos Veitía, luego de asumir hace un año la dirección del TN, lo primero que hizo fue hacer un levantamiento junto con el personal de mayor tiempo allí.
«Me propuse traer gente joven que vaya tomando experiencia porque el teatro Nacional necesita relevo», afirma. Este relevo, añade, es de gente que desee aportar en conjunto con los veteranos que están aquí.
Entre las observaciones, descubrió que la infraestructura tiene áreas que han estado siendo subutilizadas, incluso como almacén, algo en lo que está en desacuerdo. No obstante, aclara que tiene áreas donde se guardan algunas cosas de productores que ayudan con el teatro y que se pueden reusar.
«Organizamos las áreas, fumigamos, revisamos los doce baños del lobby y de los camerinos… Hemos hecho una revisión al salario que todavía falta hacer realidad y nos centramos en algunos espacios que necesitan ser remozados», comenta a este medio.
La primera en ser intervenida fue la sala de Orquesta que está tras bastidores. «En realidad fue una sala de danza y la volvimos a remozar como Dios manda; el tabloncillo, las luces, el techo alto, la modernizamos y le pusimos el nombre de la exministra de Cultura, Carmen Heredia de Guerrero, quien siempre ha aportado a la danza y fue fundadora junto con mi madre, Clara Elena Ramírez de Ballet Concierto Dominicano. Tiene el nombre de ella para la posteridad», afirma.
A la sala María Castillo, que ya tenía el nombre de esta renombrada actriz y directora criolla, se le está haciendo un proceso de mejora. Mientras que en la sala de música Aida Bonelly, con capacidad para 228 personas, le pusieron un cortinaje nuevo e iluminación.
«Hace falta, todavía, entrar un poquito más a la Sala Ravelo, pero no es tan inmediato».
La vestimenta
Una regulación de Veitía que causó múltiples reacciones al inicio de su cargo fue el de suavizar la vestimenta. De entrada, el profesional de la danza explica que el teatro es de todos y que desde antes se permitía.
«¿Cuál es el problema? Que al dominicano se le va la mano y han entrado personas en jeans rotos. Los tenis son aceptados, pero calzados limpios. Las camisetas son aceptadas, pero no sin mangas… es una cuestión de sensatez, de sentido común, educación, no se les debe ir la mano».
En efecto, se ha aligerado la vestimenta, pero respetando la decencia del aforo. Con relación al fluctuante precio de las boletas dice que hay ciertos límites con los productores privados pero que estos se reservan el derecho de cobrar según la tarifa de los artistas para que sea un negocio.
Amor y respeto al teatro
Carlos Veitía mira con admiración el Teatro Nacional porque antes de él su madre, la maestra de la danza Clara Elena Ramírez (1919-2007), dejó huellas.
En el año 1973 estuvo en la inauguración con su progenitora, quien dirigió el ballet de las óperas durante todo el año de estreno.
Veitía era un jovencito que presenció de gratis todo el festival y otras presentaciones. Incluso, fue testigo de la construcción.
«Recuerdo a Carlos Piantini, el primer director del teatro, muy amigo de mi madre», apunta.
Casi 50 años después de recorrer todas sus salas y presentar grandes espectáculos le tocó dirigir el máximo teatro del país, lo cual, afirma, aceptó con orgullo, como un servidor más.
«Nunca imaginé. Como bailarín solista yo bailé en el Boston Ballet y otras compañías entre los 70 y 80 durante muchos años y volví a mi país porque vi potencial de fundar un ballet profesional, después quise proponer a través de la coreografia», reflexiona.
Continúa: «Nunca sospeché en mi vida que iba a ser director del teatro porque realmente nunca lo pretendí. Cuando me lo ofrecieron ya me habían hablado un par de veces… Yo seguía en lo mío, la compañía BCD. Acepté el llamado de la ministra Milagros Germán para el cargo porque es un llamado, es un servicio, toda mi vida la he dedicado a servir al arte y realmente eso ha sido mi misión, aunque suene una falsa modestia. Pero es la verdad. Lo estoy haciendo con mucha satisfacción, agradezco la responsabilidad tan grande que me han tirado».
Carlos Veitía por eso insiste en el relevo, en que otros sigan aportando. «Hoy en día el TN tiene mucha historia en sus paredes», concluye.
DANIELA PUJOLS