Envueltos en gruesos abrigos, desafiando el frío y la lluvia, centenares comenzaron a vacunarse contra el covid en el icónico estadio de los Yankees en el Bronx, el distrito más golpeado por el virus en Nueva York y uno de los más pobres de Estados Unidos, donde la mayoría de la población es negra y latina.
«Esto es escoger entre la vida y la muerte», dijo a la AFP Inés Figueroa, una puertorriqueña de 64 años que reside en el Bronx, tras recibir la codiciada vacuna en el estadio. Su marido falleció el mes pasado debido a complicaciones tras contraer covid-19, y Figueroa también lo contrajo, aunque sin síntomas.
La tasa de tests positivos en el Bronx es de 6,67%, la más alta de Nueva York, el estado más afectado por la pandemia, contra 3,36% en Manhattan, precisó el viernes el gobernador Andrew Cuomo.
La vacunación en el icónico estadio del equipo de béisbol de los Yankees está reservada solo a los residentes del distrito, en un esfuerzo de las autoridades para ampliar la inmunización en los barrios más pobres.
«Esto es sobre justicia»
Desde que comenzó la pandemia en marzo, la tasa de muertes entre negros y latinos ha duplicado la de los blancos en Nueva York. Algo similar ha ocurrido en el resto de Estados Unidos, donde han muerto en total más de 453.000 personas por el virus.
Son justamente estas minorías las que han recibido menos vacunas, según los primeros reportes. En la ciudad de Nueva York, hasta el domingo pasado los blancos no-hispanos habían recibido un 48% de las dosis, pese a que constituyen un 32% de la población total. Los latinos y negros recibieron en cambio 15% y 11% respectivamente, cuando representan un 29% y 24% de la población.
«Este es un momento importante. Esto es sobre igualdad. Esto es sobre justicia. Esto es sobre proteger a las personas que más lo necesitan, porque el Bronx es uno de los lugares que se llevó la peor parte de la crisis del coronavirus», dijo el viernes el alcalde Bill de Blasio en las puertas del estadio.
De las 15.000 vacunaciones previstas para esta semana en el Bronx, ya hay 13.000 citas marcadas.
«Todos somos seres humanos»
Tras 15 días buscando infructuosamente una cita para vacunarse, Manuel Rosario, de 76 años, consiguió su objetivo luego de casi cuatro horas de fila en el estadio de los Yankees.
«Debieran haber tres centros iguales a éste en el Bronx», dijo a la AFP este anciano que tuvo covid asintomático en abril. A este ritmo, «van a terminar en dos años de vacunar toda la gente», ironizó.
Además de la vacunación en el estadio, debería haber «en las clínicas, en las farmacias», señaló Filomena Valdez, una afro-dominicana de 67 años que fue vacunada este viernes.
Pero hay una escasez en todo el país, y solo un 8,4% de los estadounidenses han recibido al menos una dosis de la vacuna, según datos gubernamentales.
«Es muy preocupante que ahora podríamos estar dando 400.000, 500.000 vacunas por día, y no podemos conseguir suministros», dijo el alcalde.
La falta de acceso para marcar citas -en Nueva York se hacen principalmente en línea-, además de otros factores como la falta de confianza en las instituciones, la circulación de informaciones falsas, el no hablar inglés o el miedo a una deportación han hecho que menos negros y latinos sean vacunados, señalan varios expertos.
«Esto debe regularse porque todos somos seres humanos y todos necesitamos la vacuna para sobrevivir», sostuvo Rosario tras quejarse de las muchas horas de espera de pie y de su dolor de columna.
Como él, la dominicana Mercedes Ferreras, de 73 años, hacía fila frente al estadio de los Yankees con la esperanza de conseguir una cita en persona. «Tengo una computadora pero no sé usarla», dijo.
Fausto López, un exlimpiador de 72 años que vestía la gorra de béisbol azul de los Yankees, también acudió al estadio sin cita, aunque un amigo suyo muy religioso le dijo que junto con la vacuna le implantarían un chip y quedaría «como un robot».
«Hay demasiadas informaciones falsas», lamentó López, que tiene «mucha enfermedad: diabetes, presión alta y siete operaciones».
La vacuna «me cambiará la vida», aseguró.
LAURA BONILLA / AFP