POR ROLANDO ROBLES.- Desde que Adriano Espaillat sustituyera en 1997 a John Brian Murtaugh, de origen irlandés, como asambleísta por el distrito 71 de New York, los dominicanos hemos mantenido una presencia constante en la Legislatura de Albany, la capital del estado. Alrededor de una docena de ciudadanos nuestros han legislado, tanto en la Asamblea como en el Senado de NYS.
Al día de hoy, seis de los nuestros nos representan en el Poder Legislativo, cinco en la Asamblea y uno en el Senado. El trabajo de legislador de NYS implica un sacrificio mayor para ellos, porque conlleva un viaje de al menos cinco horas dos veces por semana. Razón por la cual, algunos de ellos se deciden -y a veces lo consiguen- convertirse en Concejal de la ciudad, que está a no mas de media hora en tren y donde hay mejores salarios. Parece que resulta más conveniente ser Concejal que Asambleísta.
De modo que debemos reconocerlo, los asambleístas se sacrifican para representarnos en la Casa de Gobierno del estado de Nueva York; por eso, tendemos a pasarles por alto cualquier pequeño desliz que pudieran cometer, con o sin intención.
De modo que, a principio de semana me trasladé hasta Albany para estar presente en un acto de reconocimiento que el Senador Luis Sepúlveda y el Senior Advisor & Director de Comunicaciones del Senado, Rusking Pimentel, habían preparado para un dominicano de valía y honor, como lo es el doctor Rafael Antonio Lantigua Ciriaco, un ser humano del que todos los quisqueyanos de aquí y de allá, nos sentimos orgullosos y altamente agradecidos.
Además de Raffi Lantigua -que es como le conocemos todos los que hemos sentido su calidez humana- mi senador Sepúlveda también logró que el Senado de NYS reconociera -aunque en un acto por separado y al día siguiente- a Quemuel Arroyo, un valeroso muchacho nuestro, fruto de una de las mejores cosechas que hemos logrado en USA y que con tanta diligencia y espíritu de servicio dirige el Departamento de Accesibilidad Igualitaria de la Autoridad Metropolitana de Transporte MTA.
Esos actos de homenaje al doctor Lantigua y a Quemuel Arroyo, con tanto rigor ceremonial y tan bien ejecutados, me conmovió hasta ponerme al borde de humedecer mis ojos. Cuanta clase, formalismo y distinción se destila en esa Resolución Legislativa, que es como se denomina este rito protocolar de reconocimiento a servidores públicos.
Además del homenaje del Senado de NYS, el doctor Lantigua y el joven Arroyo recibieron de manos del propio Senador Sepúlveda, la Medalla Presidencial del Voluntariado, otorgada por el Presidente Joe Biden. Y toda esta demostración de dominicanidad tuvo lugar en el marco de las celebraciones del 180th Aniversario de nuestra Independencia.
Como me conmovió tanto el ceremonial desplegado para un amigo médico colectivo como lo es Raffi y un joven como Quemuel, quise indagar sobre los precedentes que tiene este homenaje y con asombro descubrí que no es muy común -quizás sea la primera vez- que a dominicanos servidores públicos en esta nación, se les reconoce con una Resolución Legislativa, el máximo de los honores que el Senado rinde a un newyorker.
Y que bueno que viniera por iniciativa de un dominicano que recién nos encontramos en este camino de bondades que es la vida. Luis Sepúlveda, un ser humano que decidió adoptar nuestra ciudadanía, al igual que nosotros adoptamos la suya. Que bueno tener dominicanos como este Senador de NYS, que nos honra cuando se cobija bajo nuestro techo, nos brinda su amistad y decide enfrentar aliado a nosotros las luchas por venir. Gracias del alma Senador, nuestra gratitud eterna para usted y su asistente Rusking Pimentel.
Porque dígame usted amigo lector cómo podemos pasar por alto, que el Senador reparara en el trabajo que hace, y la valentía que demuestra nuestro Quemuel Arroyo, que convierte en motivo de vida lo que para otros es una desgracia mayor. Desde su silla de ruedas va por toda la ciudad, modificando escaleras, construyendo rampas y elevadores, haciéndoles la vida más fácil a los que como a él, les ha tocado enfrentar la adversidad.
También por Quemuel, estaremos por siempre agradecidos, Senador.
Para terminar y sobre el doctor Rafael Lantigua, solamente quiero agregar un detalle, que probablemente la mayoría de personas que ha oído sobre su dedicación no conoce: Rafael Lantigua es un servidor público voluntario que como médico, nunca ha ejercido desde un consultorio privado; y ese desprendimiento es lo que lo hace un ser humano excepcional.
Acomodados ya en el hotel, junto a Carlos McCoy, mi aliado y compañero, me dispuse a pasar balance a la experiencia de presenciar una audiencia del Senado en la capital del estado. Varios y variados resultaron los muy particulares hechos que suceden en Albany, dentro y fuera de la Casa de Gobierno.
La gente siempre te saluda y sonríe, casi no vimos desamparados en la ciudad, tampoco vimos policías chequeando los parquímetros, ni el ulular de las ambulancias de la Gran Manzana; pocas personas cruzaron las calles cuando nos parábamos en los semáforos y lo mas sensacional, hay un restaurant dominicano llamado “Lo Nuestro”, que sirve comida criolla con elegancia y buenos precios.
Lo que no logré entender es, ¿por qué no se pudo hacer un acto similar en la Asamblea del NYS, si tenemos cinco prestantes asambleístas?, ¿qué impide que el protocolo y la formalidad que se exhibió en la Cámara Alta o Senado, no se pudiera replicar en la Cámara Baja?, ¿por qué es tan alto el Senado y tan baja la Asamblea? Le di vueltas al asunto y busqué algunas circunstancias atenuantes pero, igualmente, no pude entender.
¡Vivimos, seguiremos disparando!