La estatua de Thomas Jefferson, uno de los padres de la patria estadounidense y primer autor de la Declaración de Independencia, dejará de presidir la sala de juntas del Ayuntamiento de Nueva York por su pasado esclavista.
La decisión forma parte del intenso debate que surgió a raíz de la muerte de George Floyd, un hombre negro que murió asfixiado bajo la rodilla de un policía blanco y que propició el movimiento Black Lives Matter (La vida de los negros importa).
Las desigualdades raciales que dejó en evidencia la pandemia del coronavirus y el debate sobre si los monumentos de los confederados, que defendieron la esclavitud en la guerra civil, deberían ser retirados forman parte de ese movimiento que ha ido creciendo con fuerza en el último año.
Concejales latinos y negros del consistorio neoyorquino habían reclamado durante años la retirada de la estatua de Jefferson, de poco más de dos metros de altura, que durante más de un siglo ha presidido las reuniones en la sala de juntas del Ayuntamiento.
Principal autor de la Declaración de Independencia en (1776) y tercer presidente de Estados Unidos (1801–1809), Jefferson poseyó más 600 esclavos y tuvo más de seis hijos con una de ellos, Sally Hemings.
«Jefferson representa algunas de las partes más vergonzosas de la larga y matizada historia de nuestro país», dijo la concejal afroestadounidense Adrienne Adams, citada por el New York Times.
Tras fuertes discusiones sobre el futuro emplazamiento de la estatua, la comisión decidió también que será trasladada a la Sociedad Histórica de Nueva York, que ha aceptado el préstamo con el fin de «proteger el trabajo artístico y proporcionar las oportunidades de exhibirla en un contexto educativo e histórico».
La profesora de la Facultad de Derecho de Harvard y especialista en Jefferson, Annette Gordon-Reed, también negra, no está de acuerdo con la decisión del consistorio.
«Entiendo por qué la gente quiere retirarla, aunque no estoy de acuerdo. Sería bueno que se mostrara acompañada de una explicación», aseguró en Twitter.
«Sería bueno para todos. Podría pensar en todo tipo de información que podría acompañarla. Serviría para el objetivo de la historia», agregó.
La estatua, hecha en escayola siguiendo el modelo de bronce de Jefferson que se exhibe en la rotonda del Capitolio en Washington, fue encargada en 1833 por Uriah P.Levy, el primer judío comodoro en la Marina estadounidense, para conmemorar el apoyo de uno de los padres de la Patria a la libertad religiosa en las fuerzas armadas.
Realizada por el célebre artista francés Pierre-Jean David d’Angers, la estatua de Washington fue dedicada al pueblo estadounidense y la copia de escayola llegó a la Municipalidad de Nueva York en torno a 1834.
En 2019, la ciudad de Jefferson, Charlottesville en Virginia, decidió dejar de celebrar el día feriado que conmemoraba el aniversario de este líder revolucionario que junto a George Washington, John Adams, Benjamin Franklin, Alexander Hamilton, John Jay y James Madison unificaron las Trece Colonias y lideraron la guerra de independencia del Reino Unido que dio pie al nacimiento del nuevo Estados Unidos en las últimas décadas del siglo XVIII.
Al igual que muchas regiones del mundo, como se ha visto recientemente con Cristóbal Colón, cuyo papel ha sido cuestionado por los pueblos indígenas en América Latina, la ciudad de Nueva York ha empezado a reflexionar sobre muchas figuras históricas.
El alcalde Bill de Blasio anunció que revisaría los «símbolos del odio» de la ciudad tras los disturbios que protagonizaron supremacistas blancos en 2017 en Charlottesville, Virginia, que empezaron como una simple protesta contra la retirada de la estatua de Robert E. Lee.
Así, se ha retirado la estatua del padre de la ginecología moderna, Marion Sims, que perfeccionó sus técnicas utilizando esclavas, y se aprobó a principios de año retirar la de Theodoro Roosevelt que está a la entrada del Museo de Historia Natural, que todavía no se ha concretado.
AFP