Obispo de Puerto Rico destituido por el papa se va «con la frente en alto»

El obispo de la diócesis de Arecibo (Puerto Rico), monseñor Daniel Fernández, dijo que anda «con la frente en alto», luego de que el papa Francisco lo relevara este miércoles de su cargo por diferencias por la vacunación contra la covid-19.

Fernández será sustituido por el arzobispo Álvaro Corrada del Río, obispo emérito de Mayagüez, municipio en el oeste de Puerto Rico, se indica escuetamente en el boletín de prensa de la Santa Sede.

«Cuando reciban la noticia de mi sustitución como obispo al frente de la diócesis de Arecibo, quiero que sepan que no me corresponde explicarles una decisión que no puedo explicarme yo mismo, aunque la acepte con la paciencia de Cristo por el bien de la Iglesia», expresó Fernández en un comunicado de prensa.

Según medios vaticanistas, el relevo de Fernández, de 57 años, se debe a que defendió la objeción de conciencia frente a la vacunación obligatoria contra la covid-19 en agosto pasado y en contra de las directrices emitidas unos meses antes por la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede.

«Al reaccionar a lo acontecido, me siento bienaventurado por sufrir persecución y calumnia por anunciar la verdad de la dignidad del hombre en unas circunstancias como las actuales», expresó Fernández.

Aseguró, asimismo, que «puedo tener la frente en alto y aún siendo imperfecto y pecador, saber que he hecho lo correcto y eso me da mucha paz interior».

No obstante, lamentó «mucho que en la Iglesia, donde se predica tanto la misericordia, en la práctica algunos carezcan de un mínimo sentido de la justicia».

De acuerdo con Fernández, a este no se le ha hecho ningún proceso ni se le ha acusado «formalmente de nada» y que presuntamente, «un día el Delegado Apostólico me comunica verbalmente que de Roma se me pedía la renuncia».

Ante ello, alegó que «se sustituye ahora a un sucesor de los apóstoles sin emprender ni siquiera lo que sería un proceso canónico deberoso para destituir a un párroco».

«Se me informó que no había cometido ningún delito, pero que supuestamente ‘no había sido obediente al papa ni había tenido la suficiente comunión con mis hermanos obispos de Puerto Rico'», abundó.

Informó además que se le sugirió que si presentaba la renuncia a la diócesis, quedaría al servicio de la Iglesia «por si en algún momento me necesitaban en algún otro cargo; oferta que de hecho demuestra mi inocencia».

«Sin embargo, no renuncié porque no quise hacerme cómplice de una acción del todo injusta y que aún ahora me resisto a pensar que pueda ocurrir en nuestra Iglesia», enfatizó.

EFE

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