Miles de personas desesperadas acudieron este lunes al aeropuerto de Kabul para intentar salir de Afganistán, que cayó en manos de los talibanes tras el colapso del gobierno y la huida al extranjero del presidente, Ashraf Ghani.
La situación en el aeropuerto, cuyas pistas fueron invadidas, empeoró tanto que todos los vuelos, civiles y militares, tuvieron que ser suspendidos este lunes por la tarde, anunció el Pentágono.
El fulgurante triunfo de los insurgentes desencadenó escenas de pánico y caos. Una marea humana se precipitó hacia el aeródromo para tratar de huir del nuevo régimen que el movimiento islamista radical, de regreso al poder después de 20 años de guerra, promete establecer.
Videos difundidos en las redes sociales muestran a cientos de personas corriendo cerca de un avión militar estadounidense a punto de despegar, mientras algunos intentan engancharse de sus partes laterales y ruedas.
Otros videos muestran a miles de personas esperando en la pista. Grupos de jóvenes se agarraban a las pasarelas o las escaleras, intentando subir a un avión.
Tras haber disparado tiros al aire el domingo, las fuerzas estadounidenses abrieron fuego el lunes y mataron a dos hombres «que blandieron armas amenazadoramente», declaró en Washington un responsable del Pentágono.
La multitud, desesperada, no parecía estar convencida por las promesas de los talibanes de que nadie debía temerles, afirmó a la AFP un testigo.
«Tenemos miedo de vivir en esta ciudad y estamos tratando de huir de Kabul», dijo a la AFP desde el aeropuerto otro testigo, Ahmad Sekib, de 25 años, que se escudó en un nombre falso.
Las compañías internacionales suspendieron el sobrevuelo del país, a petición de Afganistán, para dejar el espacio aéreo libre para los militares encargados de las evacuaciones.
En Kabul, en cambio, el ambiente era más tranquilo que la víspera y las calles no estaban tan llenas de gente. Los talibanes, armados, patrullaban por la capital e instalaban puestos de control.
En las cuentas de Twitter que les son favorables, se jactaban de haber sido acogidos calurosamente en Kabul. También indicaron que miles de combatientes estaban llegando a la capital para garantizar su seguridad.
«Servir a nuestra nación»
Tras haber huido del país, Ghani reconoció el domingo que los talibanes habían ganado.
En un video en redes sociales, el cofundador de los talibanes, Abdul Ghani Baradar, anunció la victoria. «Ahora tenemos que mostrar que podemos servir a nuestra nación y garantizar la seguridad y el bienestar», dijo.
La debacle es total para las fuerzas de seguridad afganas, financiadas durante 20 años con cientos de miles de millones de dólares de Estados Unidos.
El movimiento islamista radical inició una ofensiva en mayo tras el inicio de la retirada de las tropas extranjeras, sobre todo estadounidenses.
En diez días tomaron el control del país, veinte años después de haber sido expulsados por una coalición encabezada por Estados Unidos debido a su negativa a entregar al líder de Al Qaida, Osama bin Laden, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
China fue el primer país que dijo el lunes querer mantener «relaciones amistosas» con los talibanes.
El Ministerio ruso de Relaciones Exteriores consideró que «la situación en Kabul y en Afganistán se está estabilizando» y que «los talibanes están restaurando el orden público».
Por el contrario, el ministro británico de Defensa, Ben Wallace, consideró que «no era el momento» de reconocer al régimen talibán. También calificó su retorno al poder de «fracaso de la comunidad internacional».
Y el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, insistió en que «la comunidad internacional debe unirse para asegurarse que Afganistán nunca más sea usado como plataforma o refugio de organizaciones terroristas».
Estados Unidos envió 6.000 soldados al aeropuerto para evacuar al personal de la embajada y afganos que los apoyaron como intérpretes o en otras funciones.
Muchos otros diplomáticos y extranjeros fueron evacuados apresuradamente de Kabul el domingo.
Los afganos y extranjeros que desean huir de Afganistán «deben ser autorizados a hacerlo», afirmaron Estados Unidos y otros 65 países en un comunicado, advirtiendo a los talibanes que deben demostrar «responsabilidad».
Píldora amarga para Washington
El presidente Joe Biden estaba decidido a retirar las tropas de su país para fines de este mes, e insistió en que no le iba a «pasar esta guerra» -la más larga en que se ha involucrado Estados Unidos- a otro presidente.
«Esto no es Saigón», aseguró el domingo el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken, evocando la caída de la capital vietnamita, en 1975, un recuerdo todavía doloroso para Estados Unidos.
Pero la píldora es amarga para Estados Unidos, que no logró construir un gobierno democrático capaz de resistir a los talibanes, pese a invertir miles de millones de dólares y otorgar apoyo militar durante dos décadas.
La Casa Blanca anunció que Joe Biden se dirigiría a sus compatriotas desde la Casa Blanca, para hablar sobre Afganistán, en la noche del lunes.
Además, un funcionario de su administración advirtió que los talibanes no tendrán acceso a «cualquier activo del Banco Central que el gobierno afgano tenga en Estados Unidos».
Muchos afganos, sobre todo en las ciudades, temen que los talibanes impongan la misma versión ultrarrigorista de la ley islámica que cuando gobernaban su país, entre 1996 y 2001.
Los talibanes prometieron que, si volvían al poder, respetarían los derechos humanos, en particular de las mujeres, conforme a los «valores islámicos». Sin embargo, en las zonas recién conquistadas, ya han sido acusados de atrocidades.
Para Aisha Khurram, de 22 años, que representó a la juventud afgana ante las Naciones Unidas y que iba a graduarse de la Universidad de Kabul en los próximos meses, la victoria de los talibanes del domingo «ha destrozado nuestras almas y nuestras mentes».
AFP