POR NARCISO ISA CONDE.- El régimen que preside Abinader va para peor en su segundo periodo. La mentalidad empresarial-capitalista y el pensamiento conservador que predomina en el PRM y sus empresarios, seguirán dominando su gestión.
Los comicios pasados, protagonizados por actores oficialistas y opositores que recurrieron a todas las malas artes y a las malas ideas, derechizaron aún más los resultados de las votaciones, el ambiente general del país y a su clase dominante-gobernante.
La repetición de un presidente empresario y un gobierno de empresarios, no dan para nada mejor; peor aún. Sometidos como están a la endurecida estrategia político-militar de EE. UU. junto a un poder legislativo asaltado por la corrupción y el conservadurismo político-ideológico.
Ese impacto extra de lo conservador y lo colonialista, se agrega a la actitud del presidente Abinader, siempre propensa a identificarse o facilitar la influencia de las fuentes ideológicas del neofascismo; desde una impronta política, educativa y cultural caracterizada por sus continuas concesiones a las iglesias ultraconservadoras, a la ideología patriarcal-machista, al racismo antihaitiano y al clasismo procapitalista.
Una muestra, a manera de preámbulo, es la tragicomedia alrededor del Código Penal, influido y bendecido por los fundamentalismos. Otra -relacionada con el coloniaje y el ultraconservadurismo- es la actitud favorable de Abinader al intento fallido de imposición golpista-imperialista de la fórmula Corina Machado-Edmundo González; emulando su fracasado respaldo a Guaidó y al Grupo Lima.
Está claro que la política exterior de nuestro país seguirá bajo el mando de la Casa Blanca, lo que es fatal en una fase de profundización de la decadencia de EE. UU. y la degradación neofascista de su sistema político.
Pero eso no es todo. Hay más y nada bueno. La carestía se ha tornado agobiante. El endeudamiento es una carga pesada, contraria al bienestar social. El respaldo a la intervención de EE. UU. –con instrumento Kenia- en Haití, potencia la intervención del Comando Sur, USAID, DEA y CIA en esta parte de la isla.
La impunidad de grandes delitos ambientales y nuevas amenazas criminales de la gran minería, junto procesos de privatización del agua y la naturaleza, solo auguran mayor deterioro ecológico.
El desplome del allante anti impunidad oficialista, que marca el descargo y la devolución de los bienes a Rondón y Díaz Rúa, refuerza la idea de que el llamado cambio ha sido una gran farsa y que la llamada reforma del MP de Abinader no sirve para nada.
En esta órbita mundial, regional e isleña en que se mueve este gobierno, no hay espacios para reformas, sino para contrarreformas y simulaciones, para derrotarlas en las calles.