¿Qué pasará en junio?

POR VINICIO CASTILLO SEMÁN.- El presidente Dani­lo Medina anunci ó, en su discurso del domingo 17 de mayo, que el país iniciaría un proceso gra­dual de reapertura económi­ca, por escala, a partir de la se­mana que recién transcurrió bajo la premisa fundamental de que la pandemia del Co­vid -19 había sido frenada o contenida conforme a los es­tándares internacionales. Sin embargo, la verdad es muy di­ferente. Iniciamos la reapertu­ra económica antes de haber frenado el contagio del virus, sino todo contrario, se hizo en momentos cuando hay un promedio de quinientos casos nuevos diarios, cuando se rea­lizan más de dos mil pruebas PCR por día, y en donde exis­te un claro riesgo de transmi­sión comunitaria en los ba­rrios más populosos y en la provincia Santo Domingo.

El gobierno de Chile incu­rrió en el mismo error de or­denar la reapertura econó­mica antes de controlar o detener la pandemia y los efectos han sido desvastado­rores, ya que han tenido una multiplicación de los casos, un desbordamiento de su ca­pacidad hospitalaria y un pro­medio de dos fallecidos por hora, cada día. Chile ha teni­do, forzado por las circuns­tancias, que declarar una cua­rentena estricta de 24 horas, con toque de queda en la Ca­pital y en sus principales ciu­dades, porque sus autorida­des subestimaron el peligro del Covid-19 y le dieron prio­ridad a la reactivación eco­nómica. Advertimos, como reacción al discurso del pre­sidente Medina, que aglo­merar muchedumbres en el Metro, el Teleférico y en la ONSA, representaba un peli­gro inmenso para nuestra po­blación más pobre, que se iba a ver en la necesidad de usar esos medios de transporte pa­ra ir a trabar. Las imágenes que vimos a partir del miérco­les confirmaron lo que era de esperar. Mucha gente no es­tá guardando la distancia de­bida. La pregunta es qué va a ocurrir en junio? Nos pasa­rá igual que el horror que está viviendo Chile, que tiene mu­cho mejor capacidad hospita­laria y una conciencia cívica de sus ciudadanos con están­dares de educación más altos que los nuestros.

No quiero ser pesimis­ta, mucho menos alarmis­ta, pero la lógica y el senti­do común nos indican que debemos prepararnos para enfrentar situaciones muy difíciles que no hemos vivi­do aún en nuestro país. To­do esto en los días previos de las elecciones presidenciales y congresionales del 5 de ju­lio. ¿Qué puede ocurrir del 5 de julio si en junio, Dios no permita, viviéramos la expe­riencia traumática que hoy vive Chile? ¿Se podrían ce­brar elecciones seguras, li­bres y democráticas sin ex­poner gravemente la vida y la salud de los votantes?

¿Acaso se quiere desde el poder forzar una gran absten­ción y trabajar el voto que se cree cautivo, el más vulnera­ble, con el uso abusivo de los recursos del Estado? ¿Con­vertir el 5 de julio en una mas­carada, en una farsa electoral propia de regímenes autorita­rios? Hago un llamado a to­dos los partidos y líderes de la oposición para que este­mos muy vigilantes frente a las macabras urdimbres del poder, cuyo candidato está en un tercer lugar, lo que les pro­duce una desesperacion que hace posible cualquier tipo de aventura, por descabella­da que pudiera parecer. En mi opinión, sólo un milagro pue­de evitar un fuerte rebrote del Covid -19 en junio. Le pido a Dios que libre al país de que eso ocurra y de los planes que en secreto se urden contra la suerte de la República.

EL AUTOR ES VICEPRESIDENTE DE LA FUERZA NACIONAL PROGRESISTA, FNP

Salir de la versión móvil