POR CRISTHIAN JIMENEZ.- Ríos de lágrimas por la muerte del Papa Francisco, el defensor de los pobres y de los emigrantes, pero apoyo enfebrecido a la persecución de vientres negros y a los abruptos rompimientos familiares. Hipocresía con ridículo ropaje de nacionalismo, que empuja a grupos a marchar contra la presencia haitiana en un abril que recuerda estupros imperiales, que han menguado nuestra soberanía. Así, el problema no es la dependencia y la pobreza y desigualdad, sino el miserable obrero extranjero que posibilita la construcción, la agricultura y los servicios.
La deriva arbitraria que derriba barrios de haitianos y dominicanos, sin importar que sean de propiedad privada y mantiene sistemas de control migratorio en los hospitales, priorizadas las maternidades, es abonada por iniciativas legislativas absurdas, como una que plantea la expulsión de los estudiantes haitianos al concluir la docencia universitaria, y por posturas opositoras radicales que enrostran al gobierno ser blandengue y le cuestionan que incumple la meta de 10 mil expulsiones semanales.
La lucha de relatos, en un tema que logra más de un 80 por ciento en las encuestas, agrava el drama humano, que ya tiene eco en agencias informativas extranjeras y censuras en organismos internacionales. Claro, favorece la postura violadora de derechos humanos, las posiciones extremistas contra emigrantes del gobierno de los Estados Unidos y el abandono definitivo de Haití por parte de las grandes naciones.
Las dolorosas historias que ahora no importan a oficialistas, opositores, organizaciones de la sociedad civil, se irán sumando a expedientes, que en el futuro serán presentados en contra de República Dominicana. ¿Qué medida puede ser más radical e inhumana que perseguir a enfermos, embarazadas y parturientas en los centros donde precisan atenciones médicas?
Una embarazada salió de prisa de la casucha hacia el hospital y en cuestión de horas estaba, aun sangrante, estaba con un niño en las manos y del otro lado fronterizo sin rumbo definido. Quince años en RD borraron todo vestigio de lazos familiares en el lado oeste.
En las verificaciones y apresamientos han sido afectadas dominicanas carentes de cédulas, al intervenir el oficial de migración que reclama documentos a los negros que se ven obligados a acudir a hospitales. Que busquen sus documentos de identidad; hay un protocolo que cumplir, han replicado autoridades con cierta indiferencia al ruego de familiares que defendían la dominicanidad de una detenida, que esperaba turno para deportación.
El presidente del Colegio Médico Dominicano, Waldo Ariel Suero condenó la postura oficial frente a las parturientas y reclamó una modificación del protocolo. Explicó los cuidados que amerita una mujer tras parir, no compatibles con subirla a un camión o autobús para trasladarla a un centro de retención y luego a la frontera.
Las autoridades han comunicado con aire de satisfacción que ha disminuido la asistencia de haitianos a los hospitales, como si eso resolviese el problema de la entrada de indocumentados por los diversos puntos fronterizos, casi siempre por dinero pagado a custodios de la zona. Los endurecimientos oficiales provocan ligera disminución temporal, pero al final encarecen el precio de la llamada “puerta giratoria”.
El presidente Abinader acudió la pasada semana a la frontera norte y arengó los militares reclamándoles que “no puede pasar ningún inmigrante irregular, según lo contemplan nuestras y nuestra Constitución”. Quizás, faltó una advertencia mayor, Presidente… A la altura de la persecución de embarazadas.
¿Qué más está dispuesto a hacer el gobierno para evitar marchas y campañas en redes de los nuevos “salvadores” de la Patria? ¿Qué otros riesgos asumir frente ante pactos de derechos de los que somos signatarios por esta lucha temprana de las elecciones del 2028?