POR EMMANUEL AQUINO ALVARADO.- “En la posada del fracaso/ Donde no hay consuelo ni ascensor/ El desamparo y la humedad/ Comparten colchón/ Y cuando por la calle pasa/ La vida como un huracán/ El hombre del traje gris/ Saca un sucio calendario del bolsillo/ Y grita/ ¿Quién me ha robado el mes de abril? / Cómo pudo sucederme a mí/ ¿Quién me ha robado el mes de abril? / Lo guardaba en el cajón/ Donde guardo el corazón”.
Así inicia el gran cantante español Joaquín Sabina su canción titulada: “¿Quién me ha robado el mes de abril?”. Debajo, en los comentarios colgados al pie de la publicación del video en YouTube (https://www.youtube.com/watch?v=EWVNk5yJ2aI), señala un fan de Sabina que: “A todos en algún momento nos han robado el mes de abril, no importa qué tan bien cerremos el cajón. Eso es lo que hace memorable esta canción”. Y ciertamente que sí, “A todos en algún momento nos han robado el mes de abril”, y dentro de ese Todo están los dominicanos.
Al conmemorarse hoy un año más de la segunda grosera y abusiva intervención que los Estados Unidos de América realizaron a la República Dominicana, materializada el 28 de abril del 1965, recuerda el pueblo dominicano que, con ella, perdió de entre sus manos la autonomía como nación, que le fueron conculcados sus derechos y cortadas sus alas para surcar el cielo de su desarrollo con independencia y soberanía.
Muy a pesar de que, en un patriótico y elocuente discurso realizado “Ante una gigantesca manifestación en la Plaza de la Constitución”, el presidente constitucional en armas, Francisco Alberto Caamaño Deñó, manifestó que “No pudimos vencer, pero tampoco pudimos ser vencidos”; la realidad afrontada por la población de Dominicana señala que la firma del “Acta Institucional”, que paró el conflicto bélico, fue el principio del fin de su autodeterminación como pueblo dominicano y de su real democracia.
En lo adelante, la conflagración armada de abril del 1965 (que inició como un levantamiento armado, cívico-militar, que buscaba la reposición del depuesto presidente Juan Bosch y Gaviño, así como la vuelta a la constitución del 1963, acción que degeneró, primero, en un enfrentamiento de características de guerra civil y, segundo, que concluyó siendo una lucha patriótica), sólo serviría para inspirar al dominicano a volver atrás para reinventar su utopía de construir, desde poco más de cero, la sociedad deseada.
Al día de hoy, el pueblo dominicano también grita: “¿Quién me ha robado el mes de abril? / Cómo pudo sucederme a mí”. Porque con su pérdida fueron pausadas todas las bondades que la democracia tiene reservada para el Soberano, mismas que hoy son conculcadas y son almacenadas en las cuentas adineradas que tienen los explotadores de los trabajadores, los empresarios, minúsculo conglomerado social que se queda con el auge económico que logran los que trabajan.