Rediseñar la publicidad del Estado

POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ.- De no ser por la inversión publicitaría del gobierno la mayoría de los medios de comunicación, grandes y pequeños, estarían en una situación muy precaria, al borde de la quiebra.  

El tema es muy complejo porque con el gasto publicitario el gobierno contribuye con el mantenimiento de la prensa, de la democracia, a la libre expresión y difusión del pensamiento. 

 Dicen que la prensa es el cuarto poder del Estado. En teoría si, pero en la práctica, no. ¡Y lo dice un periodista de vieja data como yo! 

 Desde hace algunos años los gobiernos han usado el gasto publicitario como un arma política para censurar a sus críticos más encarnizados y para premiar a sus simpatizantes y militantes. Cuando el expresidente Leonel Fernández dijo que prefirió “pagar para no matar”, no se refería solo a los jóvenes “revoltosos” de los barrios populares, se refería también a muchos comunicadores y periodistas, que no los mataba físicamente, pero sí ética y moralmente.  El dinero silenciaba voces. Más de diez mil millones de pesos al año gastaba el PLD en publicidad y propaganda, algo que los críticos de ahora, han olvidado por completo. Esa suma aumentaba exponencialmente en los tiempos de campaña electoral con la “sustitución de cuñas” de las instituciones públicas. 

 Durante el gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que ha seguido la misma línea de sus antecesores, ha tomado fuerza un elemento relativamente nuevo: Las redes sociales y las plataformas digitales se han convertido en un verdadero poder, obligando a los medios tradicionales a seguirle los pasos, digitalizándose para poder competir con la inmediatez, con la velocidad y con el tiempo. Para enterarme de lo que sucede en cualquier parte del mundo no tengo que esperar la edición matutina de ningún diario. Los Blogs, las páginas digitales, están al instante, en vivo y directo. 

 Sucede que los dueños de los grandes medios de comunicación son a su vez, los grandes empresarios, los que aportan millones de pesos en las campañas electorales, que luego cobran sus facturas en especies. Esos grupos oligárquicos obtienen los contratos más grandes del Estado “ganados” en “licitaciones” que tienen nombres y apellidos. Son siempre los mismos., en todos los renglones.  

 Los periódicos, canales de televisión y emisoras de radio son subsidiados por el gobierno, no solo con la publicidad, sino con los contratos de las principales obras del Estado. Un reducido grupo de ingenieros contratistas y subcontratistas, son los mayores beneficiarios de la construcción de edificios, carreteras, puentes, caminos vecinales, hospitales y escuelas. Las licitaciones tienen nombres y apellidos. Son los mismos de los gobiernos del PLD. Ellos siguen subidos en el palo. (Es el mismo circulo vicioso) 

  Dicen que los medios de comunicación dejan pérdidas millonarias. ¡Mentira del diablo! Si fuera cierto lo habrían cerrado o vendido. Esos medios son una especie de arma de reglamento, la que los protege y garantiza sus intereses. 

 Los periodistas, que no son tontos, que se han dado cuenta del cuento del “cuarto poder de la prensa”, han creado su propia fuente de financiamiento con la “monetización” de las mismas. Todos los periodistas y comunicadores ahora somos pequeños empresarios. Vivimos del “Fake-News”, del “View” (Vistas), del Like (Me Gusta). Bien utilizadas las redes, son una maravilla; mal usadas, se convierten en una pesadilla.  

 Muchos usan sus redes y plataformas para la extorsión, el chantaje, la difamación y la injuria para obtener beneficios económicos. Hay funcionarios, empresarios y políticos “chantajeables”, porque son depredadores de los bienes públicos. Algunas plataformas y canales son instrumentos de negocios. El funcionario “chantajeable” tiene que pagar o matar. La mejor opción es la justicia. Es lo más digno. Para actuar en justicia, ¡claro! Hay que actuar correctamente. ¡El que nada debe, nada teme! 

El aspirante a presidente de la República por el PRM está en todo su derecho de tener y mantener un equipo de periodistas y comunicadores a su servicio, pero no con el dinero del Estado, debe hacerlo con dinero propio. Ninguna aspiración presidencial o de ninguna otra índole puede sustentarse en los recursos del pueblo. No es ético, no es moral, es una vagabundería.  

 Es obsceno que el gobierno gaste alrededor de ocho mil millones de pesos en propaganda y publicidad. ¡No puede ser, carajo! Muchas instituciones del Estado no tienen porque “anunciarse” todo el año. Esas partidas publicitarias tienen que estar destinadas a los sectores Salud, la Educación, Banco de Reservas, comunicaciones, etc., La naturaleza de cada organismo determinaría, las “campañas publicitarias”. Pero, además, si las frecuencias de radio pertenecen al Estado, porque el gobierno no puede tener una cuota en las promociones, por ejemplo, de Salud Púbica, del Seguro Social, etc. ¿Por qué el Estado tiene que pagar si es dueño de la frecuencia de radio y televisión? Hace mucho que el gobierno perdió el control del gasto publicitario. Los funcionarios son independientes. Invierten en sus “bocinas”, aquellas que les son incondicionales, sobre todo ahora que el PRM y el gobierno están profundamente divididos por las aspiraciones presidenciales de muchos de sus dirigentes. Los estudios que marcan el posicionamiento (Rating) de los medios desaparecieron.  

 Creo, sinceramente, que el gobierno debe convocar a sus expertos en comunicación, muchos de los cuales son buenos periodistas, asesores y comunicadores, bien actualizados en el mundo de las telecomunicaciones, a un “retiro” de dos o tres días, en un hotel, para discutir el tema comunicacional “a calzón quitao”, diseñar una estrategia para el partido y el gobierno. 

 La comunicación, lo he dicho mil veces, es una tarea pendiente del gobierno del PRM. Rediseñar la política de comunicación es urgente, como urgente es ver y detener el excesivo gasto publicarlo de manera desordenada, no metódica. 

 Muchos dirigentes y funcionarios, de manera inexplicable, están alimentando económicamente a los enemigos del partido y del gobierno, afilando cuchillo para sus propias gargantas, ignorando que es mejor arriba con presión, que abajo con depresión, como están hoy los peledeístas y los de la Fupu. Y que, el que da pan a perro ajeno, corre el riesgo de quedarse sin perro y sin pan, porque, como es bien sabido, los “ingratos no tienen memoria”. 

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