POR LUIS ENCARNACION PIMENTEL.- Aunque que necesiten, el solo anuncio oficial de reformas políticas y económicas siempre despierta grandes preocupaciones y temores en la mayoría de los sectores del país, por los traumas y efectos contrarios que generalmente ocasionan.
Lograr estabilidad política, desarrollo y paz social en estos tiempos tan complicados es casi tarea de magos, pero el evitar que esos logros de los que nos ufanamos se nos vayan de las manos precisa de una elevada prudencia y madurez de la figura del jefe del Estado, que ha expresado especial o particular interés en una reforma en partida doble: constitucional y fiscal.
Cual de las dos generadoras de controversias políticas y de aprehensiones de diversos sectores sociales, en circunstancias en las que no sería conveniente que el gobierno impusiera las medidas con la mayoría de que dispondrá en el Congreso, pero tampoco se ve ambiente para un pacto nacional o para que la reforma fiscal sea resultado de un consenso, como pide el Conep.
Por el contrario, se nota una gran corriente de rechazo y de temor. Por ejemplo, el señor Brache, de la AIRD, dijo esperar que a la industria “no le apaguen la chimenea”; el sindicalista Pepe Abreu advirtió que la reforma fiscal podría traer “un estallido social “, mientras el economista Jaime Aristy Escuder entiende que “antes de pensar en ampliar la base impositiva, hay que reducir la evasión y la elusión fiscal”, entre otras voces.
Aunque lo que más ronchas parece levantar es lo de la reforma a la Constitución, planteada por el presidente Abinader, para lo del Ministerio Público y unos “candados”, que la oposición ha dicho que ya la Carta Magna los tiene, con lo de cuatro años, una reelección y “nunca más”.
Los que dicen que la pieza “no se toca”, como diría el propio Abinader cuando marchó un día en señal de protesta hacia un congreso cercado por militares y policías en tiempos de Danilo Medina en Palacio, creen que, en vez de” poner más candados”, se correría el riesgo de que, en una reunión de la Asamblea Nacional, que es soberana, se quiten los que ya se tienen… y sabe Dios!
Como avance y muestra de que los riesgos y las prácticas lisonjeras en favor de quien gobierne nunca faltan, el senador electo por Higüey ya expresó una perturbadora “cholitinada” al respecto.