POR JULIO MARTINEZ POZO.- La rendición de cuentas cuyo discurso el presidente Abinader empezó a exponer dos semanas antes del 27 de febrero, con la agenda de inauguraciones de obras de infraestructuras como la circunvalación de Azua y el hospital de Villa Hermosa, en La Romana, entregas de nuevos proyectos de viviendas, entre otras, y que ha extendido semanas después con las dos reuniones para un pacto sobre el tema de Haití, y el aumento salarial en el sector privado, ha tenido el objetivo de destruir la percepción de que se aperturan y se anuncian muchos proyectos, pero se concluyen pocos.
La vicepresidenta Raquel Peña lo dejó entrever más claro cuando al encabezar una de esas entregas, por ausencia del mandatario que cumplía compromisos fuera del país, dijo: “no somos un gobierno de mucho pico y pala, pero de pocas tijeras”, en alusión a una crítica del expresidente Danilo Medina.
En lo del pacto con Haití el Gobierno se ha topado con obstáculos que, por el momento, lo hacen inviable: la ausencia en las conversaciones de las fuerzas opositoras: PLD y PRD, no concurrieron a la primera, y a ellos se sumó el partido del doctor Leonel Fernández , FP, ausentándose de la segunda convocatoria.
El argumento de más contundencia lo expuso el excanciller Miguel Vargas Maldonado, presidente del PRD. Todos los partidos se habían sumado a un llamado anterior que hizo el gobierno con la misma finalidad, y se crearon las comisiones multipartidarias para trabajar las distintas áreas de la problemática, pero que el principal motorizador de la iniciativa, que era el Ejecutivo, la había dejado diluir mostrando evidente desinterés.
Ese precedente llevó a los opositores a entender que se les reuniría para beneficiar la imagen del gobierno, reafirmando el contenido del discurso de rendición de cuentas lo que redituaría en beneficio del posicionamiento reeleccionista del presidente Abinader.
Otro obstáculo no mencionado es que los tres partidos opositores están bajo el ataque de los estímulos que el oficialismo ofrece a los alcaldes opositores para que den el salto hacia el Partido Revolucionario Moderno, con planes de avasallar en las elecciones municipales de febrero del 2024.
El otro tema de continuidad de los anuncios del discurso presidencial era el reajuste salarial en el sector privado, un atributo de una instancia tripartita, establecida por el Código Laboral llamada Comité Nacional de Salarios, que tradicionalmente ha operado sin el involucramiento directo de la figura presidencial.
Tocaba revisión de las tarifas salariales del sector privado, se estaba en proceso de las discusiones, pero en su discurso el presidente instruyó al ministro de Trabajo a acelerar las conversaciones para lograr el reajuste lo antes posible.
El hecho se produjo y el presidente Abinader encabezó el anuncio para proyectarlo como un logro de su gestión, aunque la decisión no beneficiaba a los servidores públicos que son los que dependen del gobierno.
Ese aumento tiene que salir de una elevación de los costos operacionales de las empresas, que además los transfieren al de los bienes y servicios que producen, y que para alivianar el peso de la nueva carga, disminuyen la planilla laboral. La otra opción es una intensificación de la automatización que hace a las industrias cada vez menos dependiente de la mano de obra masiva.
El anuncio puede redituar beneficio de imagen, pero la ejecución puede surtir efectos desfavorables en un momento en que las empresas y los particulares padecen el incremento de los intereses bancarios.