SANTIAGO DE LOS CABALLEROS.- Un pestilente olor se percibe al llegar a los apartamentos próximos a Vuelta Larga, en Santiago.
La cañada que atraviesa esta zona despide un hedor tan fuerte que resulta insoportable no solo para quienes visitan el lugar, sino también para muchos residentes que, aun después de años, aseguran no haberse acostumbrado.
“Es un olor tan fuerte que te formatea la mente, no te deja ni pensar”, asegura Juan Tejada, residente del sector. La afectación provocada por este desfiladero de aguas negras va más allá del mal olor.
Comunitarios denuncian que la contaminación ha obligado a realizar reparaciones constantes en viviendas y electrodomésticos, ya que los gases y residuos corroen verjas, hierros y equipos del hogar.
“Yo vivo en los apartamentos del otro lado, que ni tan cerca de la cañada está, y allá llega el mal olor, aun con las ventanas cerradas”, comenta Deisy Abreu.
“Esa cañada es tan fuerte que he tenido que pintar los hierros del apartamento por el óxido y vuelven y se oxidan; hasta los electrodomésticos los daña”, agrega.
Salud en riesgo
“Eso está matando a uno”, lamenta Fabio Ramos, al referirse al foco de insalubridad que representa la cañada, la cual concentra basura, aguas residuales y desechos industriales.
Los residentes aseguran que los efectos en la salud son constantes, especialmente en niños y envejecientes.
“Los niños no salen de un virus, viven con diarrea, y uno se enferma porque hay días que no se puede dormir con el mal olor”, explica Gabriela Francisco, quien vive en la zona desde 1987.
Algunos comunitarios afirman que varias personas han tenido que ser ingresadas en centros de salud y que incluso se han producido fallecimientos asociados a condiciones agravadas por la contaminación, situación que dicen verse obligados a soportar por no tener otra alternativa de vivienda.
Una responsabilidad compartida
La comunidad reconoce que también juega un papel en el deterioro de la cañada. Arrojar plásticos, restos de comida y otros desechos se ha convertido en una práctica frecuente.
“Allá detrás tenemos un vertedero”, señalan, en referencia a un espacio improvisado donde el camión recolector recoge la basura.
“Gente que vive frente al vertedero prefiere venir a tirar la basura a la cañada, aunque pongan su vida en riesgo al cruzar la calle”, relata Juan Pablo Gómez.
Vergüenza cuando llegan visitas
“Cuando alguien viene de visita uno ve los gestos que hacen, pero imagínese, es donde vivimos; mejor esto que estar en la calle, hay que aguantarlo”, expresa con vergüenza Altagracia Peña, residente del sector desde hace unos 40 años.
Empresas y químicos
Otra condición que agrava la situación es la descarga de químicos provenientes de diferentes empresas ubicadas en la zona, entre ellas metaleras, granjas y ferreterías.
“Ella hiede más con todos los químicos de BALDOM; a veces el agua baja roja o azul”, explica Víctor Peña, quien asegura que esta situación ha sido reportada en múltiples ocasiones sin obtener respuesta.
Puente en deterioro
Los comunitarios también expresan preocupación por el nivel que alcanza la cañada en tiempos de lluvia, cuando llega a rebosarse, lo que podría provocar el colapso de algunos tramos.
A esto se suma el deterioro visible del puente peatonal utilizado para cruzar la cañada, cuyo estado empeora con cada crecida.
“Cuando va a llover, se siente”
Como si se tratara de un aviso natural, los residentes coinciden en que el mal olor se intensifica cuando se aproxima la lluvia.
“Ese olor se incrementa cuando está a punto de llover”, repiten los comunitarios, acostumbrados a identificar el cambio del clima por el hedor que invade el sector.
LISTIN DIARIO
