POR TOMAS AQUINO MENDEZ.- El proyecto Monte Grande ha tenido muchos “traspiés”. Luego de más de 20 años de luchas y reclamos, el presidente Leonel Fernández, el 27 de marzo del 2008, dio el primer picazo y dejó iniciados los trabajos.
Esa vez se dijo que los recursos estaban garantizados con la banca brasileña. Pero, como los boxeadores, esos cuatro años fueron más de “estudios” que de avances en el terreno. Claro, esa fue la base para lo que hoy tenemos.
La llegada de Danilo Medina impulsó a los sureños a reiniciar las demandas. Otra vez llegaron las promesas y las fechas de terminación. Caídas y levantadas. Atrasos y adelantos, hasta que Medina hizo el compromiso: “no me iré del poder en agosto del 2020 sin entregar a Monte Grande”. Alegría, algarabía y…tristeza.
El presidente sureño salió del poder en agosto del 2020 sin cumplir su palabra. Es justo reconocer que la dejó en más de un 60%. El presidente Luis Abinader, que asumió en agosto del 2020 realizó la primera visita de su gestión a la región.
Prometió que los trabajos no se detendrían y en agosto del 2022 el sueño se haría realidad. En enero pasado el sueño tuvo otro traspiés. En vez de entregar la obra completa, el gobernante comunicó que se entregaría la primera parte. No se dijo cuándo entregarían la obra completa. Seguimos esperando.
El pasado lunes comunitarios de la zona amenazaron con ocupar el banco de materiales de la obra. Alegan que no se ha cumplido con ellos, ni el gobierno, ni la empresa constructora. Esos ruidos, presentes desde el inicio del proyecto, tienen que desaparecer. Es cierto que hoy se trabaja “a buen ritmo”, pero sin cumplir con los comunitarios, habrá siempre piedras en el camino, con las que tropieza el avance del proyecto Monte Grande: EL METRO DEL SUR.