POR JULIO MARTINEZ POZO.- Qué ha ganado Vladimir Putin un año después de su temeraria, sangrienta y abusiva invasión a Ucrania? La consolidación del repudio internacional, el aislamiento de Rusia, la elevación del patriotismo ucraniano y el absoluto convencimiento de Europa del cuál es el vecino del que nunca debe fiarse.
La resolución de condena a su agresión y de solicitud de retiro de sus tropas del suelo ucraniano, aprobada por las Naciones Unidas no tiene efectos vinculantes, pero golpea lo poco de legitimidad que le haya quedado para justificarse. 141 votos en contra y apenas siete de aprobación entre los que se cuenta el propio de Rusia, Bielorrusia y Corea del Norte.
De América, sólo Nicaragua favorece su ignominia; ni siquiera Cuba, que junto a El Salvador y Bolivia prefirió la lista de los 32 abstencionistas encabezados por China.
Eso no le importará a él, pero si a su pueblo, que se coloca como paria mundial y a quienes anhelan un retorno a la normalidad que les permita reinsertarse en el comercio mundial. Por más que trate de opacar la imagen de derrotado que desde hace tiempo le arrastra, ha perdido la guerra con no haberla ganado en el corto tiempo en que la concibió. El rival que subestimó lo ha vencido resistiendo y contratacando, y hasta ahora se muestra inquebrantable.
Tan superior y victorioso se sintió al principio de su ataque, que no habían transcurrido setenta y dos horas, cuando exhortaba a los militares ucranianos a derrocar el gobierno de Volodimir Zelenski para poner fin inmediato a la guerra. ¡Que equivocado estaba, lo que han hecho esos militares es pelear y morir por su bandera!.
No consultó con la Historia, aunque de poco le habría valido, porque de acuerdo con Angela Merkel, Putin tiene su propia historia, y la real, no existe. De nada vale que la invasión de Stalin a Finlandia haya demostrado que la superioridad militar engaña a quienes se lanzan a abusar de los otros, sin reparar en otros factores.
El dictador ruso hizo entonces cálculos que no podían fallarles: Rusia 56 veces más grande que Finlandia, que había dejado de ser parte de Rusia desde 1917; tenía 26 veces más población; Rusia 6,500 carros de combate frente a 30 de Finlandia y 3,800 aviones de guerra versus 100.
Se lanzó a la invasión, incurriendo en uno de sus tantos desafueros, y la cosecha fue desastrosa. Finlandia se fue a una resistencia no convencional y con el tiempo hubo que dejarla invencible y tranquila. ¿Cuál fue la lección que se llevaron Rusia y Estados Unidos de su invasión a Afganistán? Que nadie domina a una nación invadiéndola, que por el contrario exacerba el patriotismo.
¿Qué se había tomado Crimea en 2014, y todo bien? ¿Qué el Donbas y contratiempos controlados? ¿Y si lo dejaban avanzar para entramparlo? ¿Y si nadie se beneficiaba más que Estados Unidos y Europa de que Putin atacara a Ucrania? Hitler invadió Austria, y bien; Checoslovaquia, y todo bajo control, y servido de sus éxitos siguió adelante, y tuvo que acabar arruinado y quitándose la vida para no padecer las humillaciones que les aguardaban.
Lo ideal era que una Rusia capitalista se hiciera cada vez más confiable para Europa, cultivando la posibilidad de un bloque euroasiático al que habría que jugarle bien atrás, pero Putin lo que ha hecho es demostrarle a Europa que su principal aliado sigue del otro lado del charco.