POR MARCOS SANTOS. – Me parece que no hay un solo sector de la ciudad de San Francisco de Macorís que esté “tranquilo”, todos o casi todos, están en estado “turbulento”.
Es oportuno mencionar algunos, eso sí, sin adentrarnos en ofrecer detalles de los motivos que han llevado a equis sector estar en la actualidad en el referido estado.
Los constructores de viviendas.
Los panaderos.
Las enfermeras del sector público.
Los ganaderos.
Los dueños de bares.
Los dueños de discotecas.
Los dueños de restaurantes.
Los taxistas.
Los artistas.
Los prestamistas.
Los comunicadores.
Los ferreteros.
Los motoconchistas.
Seguro que faltan más sectores que están en estado “turbulento”.
Pero la verdad es que la situación no es nada agradable para casi toda la población dominicana, y en especial para la francomacorisana.
Y es que la ciudad del Jaya, atraviesa por un momento difícil, bien difícil.
Aquí no pasa un solo día, en que una muy mala noticia cope la atención de los medios de comunicación locales.
Medios, sobre todo, los digitales que le dan seguimiento a cada hecho noticioso sucedido en San Francisco de Macorís.
Y al exponer esos hechos, entonces la sociedad consume nuestra triste realidad, estamos, vivimos en un pueblo en estado “turbulento”.
A veces, vemos una foto de una persona publicada en las redes sociales, y de inmediato nos llega a nuestras mentes “de qué murió”, cuando en realidad es que alguien le está deseando salud y larga vida a esa persona por estar de cumpleaños.
Así nos pasa a muchos.
Y más en estos tiempos.
Unos tiempos matizados por la pandemia del Covid-19, que parece que nunca va a terminar en nuestro país.
Seguimos con toque de queda, estado de emergencia y así por el estilo.
Y eso sucede, cuando en muchos países levantan todo de restricciones y la gente vuelve a una completa normalidad.
Aquí no.
Aquí seguimos “trancados”, pero en estado “turbulento”.
Mirando con estupor las escenas dantescas de la tragedia ocurrida en la Fortaleza Duarte.
Mirando como un menor de 15 años es acusado de propinarle casi 300 puñaladas a su madrasta y luego tira su cuerpo a una cisterna.
Viendo como un hombre de 28 años, va al lugar del trabajo de su ex pareja y madre de sus dos hijos, y le asesta casi 30 estocadas, la mata y al otro día, ese establecimiento abre sus puertas como si nada hubiese pasado.
Y para que los llevan anotaciones, dejé fuera el sector público porque nunca hubiese terminado de escribir de tanta turbulencia.
Que sean felices.