POR TOMAS AQUINO MENDEZ.- “Si vuelvo del más allá…vuelvo a ser dominicano”.
Es solo una línea de uno de los temas emblemáticos del merenguero Johnny Ventura.
Se ha dicho mucho de este encantador de bailadores y amantes del buen merengue, pero siempre habrá algo más que decir.
Desde el miércoles 28 han salido a la luz parte de las cosas que hacía Johnny con una mano y que ignoraba la otra.
Su galope no se limitó a recorrer las pistas de bailes del país.
Fue también el que nunca negó la mano a aquel deseoso de ascender en la música o que buscó en el ayuda u orientación para encausar su vida o reconciliarse en el hogar.
Es que El Caballo Mayor, servía hasta para remedio, como dicen en mi querido Tamayo.
Fue allá cuando por primera vez le vi de cerca y bailé su música.
Era un estudiante de secundaria.
Las fiestas se realizaban en el salón de actos del liceo, a falta de un salón que acogiera la cantidad de personas que quería bailar con el CABALLO.
Se hizo casi una tradición su presencia cada año, diciembre o junio, mes de las patronales.
Johnny no es historia, es presente.
Así lo recuerdan en Villa Juana.
Testimonian que la primera cancha del sector, fue fruto de una colecta realizada por él casa por casa para reunir el dinero de la obra.
Siempre solidario, identificado con causas sociales nobles.
Por eso les cantó a los presos políticos, al vendedor de carbón en carretilla, al frutero, a la doméstica, al agricultor, al limpiabotas, en fin, como dice Jochy Santos, es más fácil buscar a qué no le cantó este hombre hecho merengue.
Tan orgulloso de su dominicanidad, que era enfático al cantar: “Si existe reencarnación / vuelvo a ser dominicano”.