POR TOMAS QUINO MENDEZ.- Es cierto que las culpas son individuales. No tiene responsabilidad el padre, cuando el hijo sale a la calle y en un arranque de violencia le quita la vida a otra persona o se involucra en un acto delictivo.
Tampoco es culpable si su hijo, empleado en una entidad pública o privada, se involucra en una acción corrupta o una banda de narcos. Pero, si un hijo lleva dinero y lujos a la casa y luego se descubre que no fueron adquiridos honradamente, la familia beneficiada, no queda totalmente desvinculada.
Pasa igual con un partido político. Para acceder a una posición electiva, un candidato incurre en gastos. Eso es normal. Lo que no es normal es el derroche que muestran algunos aspirantes. Esa inversión no solo beneficia al candidato, también redunda en favor del partido que lo sustenta. Es por eso que se hace necesario y urgente que cada partido sea más selectivo de las figuras que llevan en sus boletas y convierten en dirigentes. Cuando se acerca alguien buscando una candidatura, no se debe solo mirar la cartera con la que llega. También hay que poner atención a como derrocha el dinero y se lleva por delante a todos sus adversarios. Si esto no se frena, no puede ese partido, cuando llegue al poder, justificarse alegando que las acciones de un corrupto o un narco son INDIVIDUALES. Hay que ver si los millones recibidos por ese partido lo ayudaron a lograr la victoria en un proceso electoral.
Tampoco puede alegar que el candidato electo SE GANO su posición con voto mayoritario. En los pueblos todos nos conocemos. La Junta Central Electoral, ley en manos, también debe estar más vigilante.
Puede actuar ante las denuncias que le llegan sobre el derroche económico de algunos candidatos e informar al partido de ese aspirante. Sí, es correcto que un partido sancione y se desligue de un legislador o funcionario corrupto, pero es imposible desligarse de haber recibido beneficios de los millones aportados por esa persona.
