POR CRISTHIAN JIMENEZ.- La marca PLD gravemente herida, una candidatura presidencial que palidece y una campaña que hace agua, es retrato que coloca a los peledeistas en una cuesta difícil de ascender en un año.
Es evidente la desmoralización y la falta de confianza entre los dirigentes morados, además de sucesivos tropiezos dificultan la carrera hacia la recuperación de espacios de poder en los procesos eleccionarios del 2024.
La selección de Abel Martínez como el aspirante de mayor apoyo para la candidatura presidencial generó un mal sabor en litorales peledeistas adversos al alcalde de Santiago, aunque no se verificó una crisis interna.
El período de negoción entre algunos de los no favorecidos se extendió y Abel acudió hasta sus oficinas y hogares a prodigar abrazos y posar para las fotos y videos.
La estructuración de los equipos de campaña desde un primer momento acarreó inconvenientes y se conocieron disgustos de los abelistas, que alegaban desplazamiento y de otros grupos que argumentaban obstrucciones para la integración sincera y equitativa.
Abel designó el 26 de octubre del 2022 al veterano Francisco Javier García como jefe de campaña, haciendo énfasis en su exitosa carrera en pasados triunfos del PLD, pero luego de meses de recorridos y participaciones en medios de comunicación surgieron diferencias, alimentadas por intrigas.
El 29 de abril último, Martínez buscó al miembro del comité político Andrés Navarro y lo nombró coordinador de planificación y jefe de gabinete de la campaña presidencial, quien desistió de inmediato a sus aspiraciones a la Alcaldía de la capital.
Se confirmaban los desencuentros entre Abel y Francisco Javier, y era evidente que esto pondría fecha a la salida del líder de la “OTAN” peledeista.
Lo que corría por ciudades, redacciones y pasillos se formalizó el 22 de este mes, con una carta de García a Martínez en la que renuncia de la jefatura de la campaña, con señalamientos que identifican algunas de las diferencias.
“Es mandatorio que en una campaña electoral nunca se permita la existencia de equipos paralelos, que se manejen al margen de la Dirección Central, es decir debe existir un solo plan y trabajar todos en la misma dirección: esa es la clave de una victoria contundente. Es probado que es preferible la inexistencia de un plan a que se trabaje con dos a la vez”, precisa.
Y resalta que “el candidato es el dueño de la campaña, pero el coordinador es el administrador de la misma. Es decir, ambas funciones son incompatibles. De ahí la confianza plena que debe existir entre el candidato y su jefe de campaña”.
Evidente que no había posibilidades de viabilizar un trabajo político electoral eficiente en esas condiciones. Abel, lógico, no lo quería ni le tenía confianza, aceptó de buen gusto la renuncia.
Si “el problema” en la campaña era García, santo remedio, con la entrada de Navarro, pero la salida es un golpe contundente a una débil candidatura y acrecienta la incertidumbre interna.
Danilo Medina, quien regresó desde La Florida, donde lleva un proceso médico por cáncer de próstata, cortó rápidamente rumores que lo situarían al frente de la campaña. Quiso evitar que se extendiera el rumor, pero la contundencia del desmentido, dio la impresión quien no quiere “cargar con otros problemas”.
Para más inri, se filtra una grabación de Medina que dice que el 35 por ciento de los peledeistas apoya a Leonel Fernández, líder de la Fuerza del Pueblo, y el secretario general, Charles Mariotti dice que la fidelidad es con el PLD, no con Abel. Mariotti insiste que Danilo asuma la ciclópea tarea.
¿Se estarían creado las condiciones para en un tripe salto mortal, desplazar al señalado para ostentar la candidatura?