Algunos creen que el presidente Donald Trump llegó de un planeta lejano en una galaxia remota, donde usan los calzoncillos por fuera, como Súperman, pero nació en Queens. Es tan neoyorquino como el plátano es dominicano.
Trump creció viendo a su gobierno dominando el mundo, enviando tropas a quienes no obedecieran. El llamó a los gobernadores estatales a “dominar” las protestas, amenazó con “enviar tropas” si ellos no actuaban, las envió a Portland Oregón.
En la cosmología trumpista, California y Nueva York son naciones hostiles”, indominables. Los blancos “liberales” no objetan lo que Trump hace, objetan a quiénes se lo hace. Hacerlo en el extranjero “es normal”, pero forzar al país a tomar su propia medicina, resulta sencillamente, “inaceptable”.
Sin embajadas americanas ni lacayos militares locales, el pueblo estadounidense ahora está viviendo como hemos vivido los latinoamericanos todas nuestras vidas, Trump resultó ser la ironía perfecta.
J.C. malone