Una inmortalidad para Julián Javier en San Luis

El 28 de mayo de 1960, se convirtió en el primer dominicano en vestir la camiseta de los Cardenales. El próximo 27 de agosto, Julián Javier será el primer latino en la historia en ser inmortalizado en el Salón de la Fama de esa franquicia. 

Inteligente, de guante fino y seguro, dueño de un bateo estable y oportuno,  Javier desde su debut se estableció entre los buenos intermedistas del béisbol y de eso siempre estuvieron conscientes los Cardenales, equipo que lo mantuvo como uno de los suyos durante 11 de sus 12 campañas. 

Con ocho años de historia en que fue fundado el Salón de la Fama de San Luis, Javier  fue notificado el pasado  22 de mayo de su inclusión en la clase de este año, junto con Matt Holliday y Charlie Comiskey. Sus llegadas elevarán a 48 los exaltados por el conjunto.  

“Recibo esta llamada con mucho orgullo y aprecio, agradezco de manera infinita a los Cardenales, por tan elevada distinción que me realizan, debo sentirme contento por la misma, pues esto refleja que hicimos un buen desempeño durante nuestra permanencia allá ”, señala Javier, tras conversar con Listín Diario. 

Para él , ya hacía falta que la misma llegara, aunque sin mostrar desesperación, pues entiende  que en algún momento se produciría y lo más trascendente es que acontece en una época en que aún disfruta de magnífica salud”, expresa desde su hogar en San Francisco de Macorís.  

Con 86 años cumplido, el pasado 9 de este mes, la exaltación programada para la tarde del 27 en el Busch Stadium, se convertirá en  un doble motivo para festejar para la familia Javier. El partido será frente a los Bravos. 

Será extensa la delegación familiar que volará el 25 de agosto a San Luis, con su esposa Yolanda, sus hijos Julián, Stanley, Julieta, Susy y Lynette, nietos, biznietos, sobrinos, incluso algunos de ellos volarán desde Dinamarca y California hacia San Luis para lo que se considera el gran sello en su carrera en Grandes Ligas en que bateó .257 (5,722-1,469). Jugó 12 campañas con los Cardenales y una con Cincinnati. 

Héroe en los campeonatos mundiales conquistados por los Cardenales en 1964 y 67, en esta última bateó para .360 (25-9). 

 Para Javier, esté será el primer viaje largo que realiza Javier en mucho tiempo, pues con su edad ya se conforma con hacerlo a Puerto Rico y a Miami, ciudad en que reside su hijo Julián, cardiólogo y el segundo de todos. 

Precisamente,  él mayor es quien funge entre los organizadores del viaje y una especie de enlace con los Cardenales y todo cuanto ocurrirá en el ceremonial. 

“Bien merecido y en hora buena que esto haya ocurrido en momentos en que disfruta de magnífica salud, por mucho tiempo fue parte importante en esa organización y este es el mejor reconocimiento que puede recibir”, señaló su hijo Stanley, quien jugó por 17 años con ocho equipos y de por vida bateó .269 

Una franquicia histórica y emblemática, cuyos 11 cetros mundiales solo son segundos de los 27  de los Yankees y por donde desfilaron gran parte de la crema del béisbol como Stan Musial, Lou Brock, Bob Gibson, Ozzie Smith, Ted Simmons y más recientemente Albert Pujols y Yadier Molina. 

“Con mucho orgullo recibimos esta exaltación que le realizan los Cardenales a mi padre. El jugó en una de esas épocas bien duras del béisbol y lo hizo con brillantez”, señaló su hijo Julián José. 

Cuarta inmortalidad 

Para Javier será su cuarta inmortalidad en su historia, pues ya el equipo Columbus, de las Ligas menores lo hizo hace años, al igual que en su natal San Francisco y por supuesto el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano lo tiene como uno de sus hijos. 

Actos del ceremonial 

El mismo comprende, el viernes la medida del famoso chaleco rojo de la organización y luego un almuerzo con los familiares. El sábado es la exaltación en el salón de la fama, un edificio que queda frente al estadio, aquí le entregan su chaleco y su placa, a los familiares le otorgan una réplica de la misma, luego con el desfile de los caballos le dan un paseo por el estadio, los inmortalizados montados en carros descapotables y luego los familiares comparten en una de las suites. 

PEDRO G. BRICEÑO

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