POR JUAN TH.- Nos quieren asustar, espantarnos para que no acudamos masivamente a la cita del 5 de julio y cumplir con nuestro deber de votar y producir los cambios que tanto necesita la sociedad dominicana, dirigida por un partido que se ha convertido en hegemónico y que bajo ninguna circunstancias quiere abandonar el poder.
Primero, intentó modificar la Constitución para un tercer periodo, al no poder por la fuerza popular, impuso un títere utilizando todos los recursos del Estado luego de orquestar un fraude para desplazar al expresidente Leonel Fernández y empujarlo a marcharse de la organización que presidía y de la cual fue líder indiscutible desde la muerte de Juan Bosch.
Posteriormente saboteó las elecciones municipales que tenía perdidas, para ganar tiempo y posicionar al títere que había designado para dirigir los destinos del país –con él en la sombra decidiéndolo todo- y así garantizar su impunidad y la de sus socios, incluyendo al candidato que según Franklin Almeida, no es más que un testaferro.
El cambio político, con una justicia independiente como lo ha prometido Luis Abinader, significa la muerte por el estrés que produce grandes depresiones, la persecución, la cárcel y la incautación de los bienes adquiridos irregularmente mediante la depredación del Estado.
La aparición del coronavirus al presidente Medina y sus asesores nacionales y extranjeros, les pareció una tabla de salvación. El Estado se volcó en favor, no de las vidas de los ciudadanos, sino de su muerte y su contagio, estimulando la candidatura presidencial del títere, que pese a la incalculable inversión, más de cien mil millones de pesos, según Leonel, no prende en el gusto de la gente. Un producto malo, malo de vender al electorado.
Los inútiles estados de emergencia, el toque de queda sólo para la oposición, y otras medidas politiqueras, han sido utilizados para beneficiar al títere. Nada más. La salud del pueblo es lo que menos importa. Primero están sus intereses y su obsesión por seguir en el gobierno.
Nos han infundido miedo, terror, pánico para que no acudamos a las urnas en masa por temor al contagio. Danilo y su ministro de Salud Pública quieren muertos, muchos muertos y enfermos para justificar el aislamiento y el secuestro de la voluntad popular, de tal manera que la gente no vaya a los centros de votación. Y si la gente no se muere, entonces se los inventará con el apoyo siempre entusiasta y solidario de medios de comunicación y las bocinas que en estos días están más activas que de costumbre. Claro, también sus intereses están en peligro.
EL AUTOR ES PERIODISTA