POR NARCISO ISA CONDE.- Tengo días por tratar en esta columna dominical las muertes por fumigación, en un apartamento de lujo de la Capital, que a la vez que afectó gravemente a una familia acomodada, escandalizó al país. El producto de alto calibre tóxico empleado en ese operativo de fumigación se llevó la vida de una bebé y de su joven madre, y estuvo a punto de matar a su esposo y a otro de sus hijos.
El presidente Abinader cargó toda la culpa sobre el artista francés que recomendó el producto y los fumigadores contratados. Y no es que no tenga algo de ella, pero el problema es más grave que como se quiere presentar y amerita ser tratado en toda su dimensión y profundidad.
El crimen contra la humanidad y contra la vida animal y vegetal en el planeta, derivado del uso generalizado, irresponsable y creciente de insecticidas, pesticidas, herbicidas, antibióticos, hormonas, transgénicos, conservantes, abonos químicos… es realmente alarmante.
Tales productos y procedimientos, de variada intensidad tóxica y efectos dañinos,, han causado múltiples perjuicios a la vida humana y a la evolución de las especies. Están en venta y uso libre, siendo aplicados sin restricción en casas, empresas, edificaciones, cultivos de vegetales y hortalizas, plantaciones de frutas, crianzas de aves, granjas de pollos y gallinas ponedoras, fábricas de enlatados. fincas ganaderas, plantaciones de cereales, comidas en conserva, embutidos, jardinería…Su uso es masivo y desproporcionado.
Los aplican en zonas de hacinamiento urbano, cerca de cañadas y ríos, en las proximidades de escuelas rurales y urbanas, universidades y hospitales, y en los hogares. Saturan de venenos terrenos cultivables.
Abundan vegetales, leguminosas, carnes (porcina, vacuna, avícola), peces, mariscos contaminados con alto grado de toxinas y sustancias inapropiadas. Las bien denominadas comidas basuras son fatales para la salud humana, pero no hay manera de prohibirlas; mientras los alimentos orgánicos, naturales, son despreciados. Igual los abonos, plaguicidas y desinfectantes no tóxicos.
Abundan también harinas, azúcares, medicamentos, carnes, sales, y alimentos procesados a base de químicos, transgénicos y conservantes. Una gran cantidad de los alimentos disponibles y no pocos medicamentos causan enormes daños a la salud.
El problema no es solo el hambre, es además la mala alimentación. Al pueblo humilde le toca la peor parte. El veneno que se inhala va al pulmón y pasa a la sangre y a los órganos. El veneno en la comida por igual. De ahí tanto canceres, diabetes, hipertensión, depresiones inmunológicas, enfermedades hepáticas. Intestinales, respiratorias, cardiovasculares y neurotóxicas. Al capitalismo solo lo mueve la ganancia a cualquier costo contra la humanidad.