POR DANILO CRUZ PICHARDO.- Lo más saludable para la estabilidad del país sería que el presidente de la Republica, Luis Abinader, retire el contrato de fideicomiso de Punta Catalina de las cámaras legislativas, porque contrariamente nos exponemos a problemas políticos y sociales de consecuencias no predecibles. Y el más afectado resultaría ser el jefe de Estado.
Por más explicaciones justificativas que se expongan desde el Gobierno, sobre ese contrato, la población dominicana jamás sería persuadida sobre su eventual beneficio, porque el mismo contiene múltiples cláusulas aparentemente ambiguas, pero que juristas y expertos contractuales interpretan con claridad y establecen su carácter leonino para el interés nacional.
Sin embargo, no hay que ser especialista en nada para saber que en todo acto contractual hay por lo menos dos partes, lo que no se da en ese documento, porque los funcionarios que supuestamente representan al Estado son simultáneamente empresarios del sector energético, por lo que resulta fácil colegir que es la misma gente la que hace el rol de pitcher y cátcher.
Hay quienes especulan que se trata de un compromiso de campaña del primer mandatario con sectores empresariales, pero los acuerdos se honran cuando son factibles, sin dañar el interés público ni la propia carrera política del presidente, que constitucionalmente podría inclusive optar por un segundo período de cuatro años.
Se entiende que esos funcionarios empresarios no tienen nada que perder, por lo que no les importa en lo absoluto el momento en que se está conociendo en el Congreso Nacional ese proyecto, el cual ya fue aprobado por la Cámara de Diputados.
El poder de los Vicini y Macarrulla ha estado presente en todos los gobiernos. Se recuerda que el expresidente Leonel Fernández, en el año 2005, entregó a San Soucí al hoy ministro de la Presidencia, mediante acto en el cual pagaría 39.5 millones de dólares, que no entraron nunca al Estado, por lo que hoy no se dispone ni del dinero ni del patrimonio.
¿Y Macarrulla agradeció ese regalo y se quedó políticamente con Leonel? ¡Por Dios! Esa gente ha demostrado que solo es leal al dinero, por lo que es un desatino del actual presidente el auspiciar alianza del Estado con los sectores del empresariado. No hay que ser profeta para ver las consecuencias negativas que provocará ese contrato a Abinader, en términos político, jurídico y hasta personal.