Opinión

¨La suerte está echada¨

POR CRISTHIAN JIMENEZ.- Al igual que en el cine, alcanzar la botija impli­ca sortear ries­gos previsibles e insospechados. Merodean las bestias de la inestabilidad social, económica y política.

Riesgos de fractura social e inestabilidad política por los choques externos conse­cuencia de la pandemia co­vidiana que han disparado los precios de materias pri­mas, alimentos, transporte marítimo y la imposibilidad de seguir la cuesta de los en­deudamientos que alcanza 67 por ciento del PIB.

Hay que buscar más dine­ro y no se puede (debe) asu­mir nuevos préstamos y los que pueden pagar, que his­tóricamente han eludido la cargas adelantan posturas para evitar ser tocados. El chantaje se hace visible.

Los partidos políticos, co­rresponsables los que han manejado el Estado, evaden compartir responsabilidad y optan por el camino fácil y desenfadado del oportunis­mo electoralista. Es un pro­blema del gobierno, procla­man sin el menor sonrojo.

El oficialista Partido Re­volucionario Moderno, co­mo estructura luce ausente en este debate, cuyo inicio no es la fecha de apertura del Diálogo Nacional ni la que marcará los horarios de visitas del presidente Abi­nader al liderazgo nacional para “socializar” la refor­ma fiscal. (En el Congreso, el PRM encabeza la contra­rreforma en discusión del Código Penal y otros impor­tantes proyectos).

La difícil tarea encuentra al gobierno con altos rui­dos por apagones, alzas en los precios de los alimento, aumento de la inseguridad, con su más alto pico con el homicidio de la arquitec­ta Leslie Rosado y el fuerte reclamo de sustitución del director policial y la revela­ción de los Pandora Papers, que provocó cuestiona­mientos directos al presi­dente Abinader.

El caldeado escenario, con acusaciones y contra­acusaciones, desesperan­za más a los espectadores nacionales que mostraban poco entusiasmo con el diálogo ante el Consejo Económico y Social.

El presidente Abinader ha optado por dejar allí las reformas estructurales y lle­var directamente el paque­te fiscal a los que mueven votos en el Congreso Nacio­nal y a sectores con inciden­cia social en ámbitos ciu­dadanos protagonistas de importantes jornadas rei­vindicativas y políticas en los últimos años.

Los partidos de oposición que han adelantado el mo­mento electoral no le van a facilitar la tarea al manda­tario y en eso algunos voce­ros han sido groseramente sinceros, por lo que ese tra­go deberá apurarlo y perder el menor tiempo posible.

¿Malos los partidos polí­ticos? No. El PRM hubiese hecho lo mismo.

El presidente Abinader tendrá que jugar sus cartas a sabiendas de que no pue­de mirar hacia los sectores de clase media y mucho menos a tramos inferiores. Y sobre todo que los que tie­nen capacidad para pagar rehúsan abandonar privile­gios antiquísimos y muchos no conciben ganancias que bajen del 300 por ciento.

Los que pueden ser gra­vados (sus ganancias) son tradicionales financiadores de campañas electorales y tienen capacidad desestabi­lizadora.

Los sectores productivos (algunos llevan grandes co­millas) deberían compren­der la importancia de fi­nanciar el desarrollo con inclusión y paz sosteni­bles, pero los intereses eco­nómicos no entienden ese idioma, salvo cuando todo está perdido, como dolo­rosamente vemos en ejem­plos cercanos. Más de 200 mil millones de pesos en exenciones resulta obsceno en estos momentos de afa­nosa búsqueda de recursos por medios fiscales.

Afortunadamente, un ejercicio ciudadano pleno, irreverente, sin miedo a po­deres establecidos ha em­pujado cambios y forzado la modificación de momifi­cadas reglas de juego.

Abinader está en la obli­gación de enfrentar a esos sectores, algunos aliados, si resisten la comprensión de la actual crisis, que es de re­ducción de ganancias hasta la estabilización del barco.

El mandatario tiene la oportunidad de que ciuda­danos se coloquen detrás de él y le ayuden a empu­jar… O tenerlos de frente vestidos con camisetas ver­des, negras y amarillas…

Redacción

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