Obispo Alfredo de la Cruz llama a convertir cada hogar en un «reino de unidad y amor» en exitosa caminata familiar

SAN FRANCISCO DE MACORÍS, República Dominicana. – En el marco de una exitosa y masiva caminata «Un Paso por mi Familia», el domingo 23 de noviembre, Monseñor Alfredo de la Cruz Baldera, Obispo de la Diócesis de San Francisco de Macorís, ofreció un esperanzador mensaje centrado en la familia como un «pequeño reino de unidad, no de división».
Durante la homilía de clausura, invitó a los cientos de asistentes a redefinir el poder en el hogar, basándolo en el servicio y el amor como camino para construir una sociedad más fuerte y sana.
La manifestación de fe, que congregó a familias de toda la diócesis, culminó en el Centro de Oración Getsemaní. Allí, el obispo destacó que la verdadera fortaleza de una familia reside en el vínculo profundo que une a sus miembros, utilizando la imagen bíblica «hueso tuyo y carne tuya somos» para describir ese lazo indestructible.
«Reinar es servir, amar y perdonar»
El núcleo del mensaje de Monseñor de la Cruz Baldera fue una poderosa redefinición del liderazgo familiar. «La lógica de Cristo es que reinar es servir, amar, perdonar, entregar la vida», afirmó. Explicó que este principio debe ser el pilar de cada hogar, superando la visión mundana del poder como dominación.
En este sentido, ofreció un modelo claro y positivo para la convivencia: «El padre no es rey de la casa por imponer miedo, sino por servir con amor. La madre no reina por controlar todo, sino por entregar la vida día a día. Los hijos no reinan chantajeando, sino aprendiendo a respetar y colaborar». Con estas palabras, el obispo trazó un mapa para que cada miembro contribuya a un ambiente de armonía.
Un llamado a la sanación y la esperanza
Reconociendo los desafíos y las «heridas» que enfrentan los hogares, el prelado presentó a Cristo como el Rey «que unifica lo que está disperso y sana lo que está herido». Invitó a las familias a abrir sus puertas a la fe como cimiento para reconstruir lazos rotos y superar la dispersión.
Finalmente, Monseñor de la Cruz Baldera hizo un llamado a la acción concreta y positiva, instando a los presentes a dar un paso decidido para «pedir perdón y reconciliarse», convirtiendo sus hogares en un espacio donde todos puedan decir con certeza: «aquí pertenezco, aquí me esperan, aquí me aman». La jornada concluyó con una ovación y un renovado espíritu de compromiso para hacer de la familia el verdadero corazón de la sociedad.






