Desafío inflacionario
POR JULIO MARTINEZ POZO.- Cómo torear el caballo desbocado de la inflación en una coyuntura de carestía internacional, con un gobierno hasta la coronilla con la carga que le representa el cada vez más deficiente sector eléctrico, el subsidio a los combustibles y el enfrentamiento de la pandemia de Covid19?
Es plausible que se haya dado oportunidad de escuchar a los distintos sectores de la vida nacional, especialmente aquellos vinculados a la actividad productiva, como lo ha hecho el presidente Abinader en la mesa de diálogo que convocó, que a sus vez se subdividió para procurar propuestas específicas.
Pero hay una gran ausencia en lo que se ha discutido hasta ahora, que procura salida para las personas asalariadas, por la vía de una mejora de sus ingresos o del subsidio de la canasta básica, pero a pesar de la innegable expansión que ha venido experimentando la economía dominicana de manera muy consistente, una amplia franja no tiene salarios fijos o vive de actividades informales muy precarizadas, que desde hace décadas reciben auxilios alimenticios repartidos por las administraciones de turno.
El presidente Abinader desde el principio presentó sus cuestionamientos a esos repartos y considera que dan espacio para manejos opacos de fondos públicos, y en sus primeras navidades sustituyó el reparto de paquetes alimenticios por la entrega de una tarjeta con la que los beneficiarios podían comprar en cualquier establecimiento comercial con equipos de cobros electrónicos, pero se entregó una vez y no más.
Desde mucho antes de que el gobierno le diera prioridad al tema de la inflación vengo advirtiendo en mis comentarios que ese es el principal dolor de cabeza del dominicano en estos momentos, y que de poco vale simularlo impulsando una agenda temática priorizada en la presunta lucha contra la corrupción, que representa el circo que los romanos decían que había que dar a los ciudadanos, pero ellos hablaron primero de dar pan, precisamente lo que la gente tiene cada vez más alejado con las elevaciones de precios.
Además de tomar en cuenta a la gente que no tiene salarios, las otras tres patas de la mesa entiendo que son una política de comunicación más efectiva, que haga entender al ciudadano la coyuntura mundial; no descuidar el abasto de los productos para que lo caro no de torne muchas veces más caro; subsidio puntual y un ajuste salarial prudente.
En el camino no debe perderse de vista el fortalecimiento de los sectores productivos del país, porque ellos representan la protección de otras de las prioridades que deberían ocuparnos: la generación de empleos.
No es malo que la crisis actual esté en manos de una nueva administración gubernamental, que aún da esperanza a muchos dominicanos, pero el gobierno debe estar consciente de que si bien las consultas hacen aportes, la responsabilidad de adoptar medidas efectivas no corresponde a más nadie que a las autoridades.
Y esas soluciones no deben agravar problemas que también tendremos que encarar con responsabilidad si queremos que la economía dominicana conserve la valoración positiva que mantiene en los mercados internacionales, vía la calificación de las agencias de riesgos, que se iría por el piso sin garantías fiscal para inmensa deuda pública y sin que se controle la sangría del sector que este año se ha chupado cerca de 17 mil millones de pesos en subsidios de enero a mayo.
En las manos de Abinader está el pandero de una crisis que nos relanza o nos retrocede.