Alternativa política
POR DANILO CRUZ PICHARDO.- El suscrito se resistía a creerlo, pero fue persuadido con datos convincentes, casi pruebas. Me refiero a la imputación que en campaña se le hizo al PRM de que tenía gente vinculada al narcotráfico. En un círculo se impuso la creencia de que para ganarle al PLD era necesario pactar con sectores del bajo mundo, para que ingresen recursos económicos. El hecho era ganar.
Es la razón de la gran cantidad de candidaturas legislativas y puestos administrativos ocupados por sujetos pertenecientes a ese criminal sector. Han salido a relucir algunos casos, pero el porcentaje es ínfimo, por lo que seguirán los escándalos. Hay que reconocer, sin embargo, que el presidente Abinader no ha protegido a ninguno y que contrariamente ofrece luz verde a los organismos nacionales e internacionales de persecución al narcotráfico.
De todos modos, el daño al país está hecho. Ningún candidato presidencial que se respete permite que se conceda candidaturas a esa gente. Bosch ni Peña nunca lo hicieron. Recuerdo que este último era tajante en instruir que cada centavo que ingrese al partido tenía que pasar por un proceso de depuración.
Pero con la desaparición física de los grandes líderes es enorme la descomposición moral que han sufrido los partidos. Y todos los gobiernos que hemos tenido en los últimos años han tenido gente vinculada con los funestos narcotraficantes.
Ni hablar que sus principales características han sido la corrupción administrativa y los contratos mostrencos. En esa materia el presente Gobierno parece una continuidad de las gestiones de Leonel Fernández. En las administraciones de Fernández se firmaron contratos leoninos para el interés nacional. Y en la actualidad se insiste (sin nadie pedirlo ni convencer a la población sobre su conveniencia) con los fideicomisos públicos, que particularmente el de Punta Catalina es un atraco al Estado.
Los oscuros compromisos de Fernández y Abinader son motivo suficiente para que la población los descalifique a los dos. Lamentablemente si el certamen presidencial se celebra hoy no hay dudas que serían punteros. Por suerte el evento es en mayo del 2024 y aunque no tenemos tradición de surgimiento de opciones en corto plazo, excepto la de Bosch en 1962, no se puede descartar una alternativa electoral decente.