Bad Bunny congrega a estrellas en su residencia musical en Puerto Rico

En las calles del Viejo San Juan el ambiente está cargado de la novedad que acapara las miradas hacia la isla: la residencia musical de 30 conciertos del artista urbano Bad Bunny en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot.
Con el eslogan «No me quiero ir de aquí», los shows que se desprenden de su último álbum «Debí tirar más fotos» ha congregado en las primeras seis funciones a los deportistas LeBron James, Kylian Mbappé y Achraf Hakimi y los artistas Ricky Martin, Wisin, Ednita Nazario, Luis Guzmán, entre otros.
El pueblo puertorriqueño, los que viven en la isla y los que están esparcidos en la diáspora, se dieron cita en masa al Choli y así lo pudo ver Diario Libre, presente en la quinta función del sábado 19 de julio.
El dinamismo
La experiencia se vive desde antes de llegar al Choli. Los precios de la comida, transporte y alojamiento han aumentado. Algunos taxis se pasean con una silla blanca colgada en la capota, en señal de la portada de «DTMF».
En los bares, los nombres de tragos ilustran las canciones «La playita«, «Café con ron» y «Pitorro de coco«. Los colmaditos venden la cerveza Medalla, insignia del país.
Además, en las calles San Sebastián y San Francisco, que conducen a los museos, y siguiendo el recorrido que termina en el monumento del Castillo de San Felipe del Morro, pueden verse murales de arte urbano sobre Bad Bunny. La organización turística Discover Puerto Rico informó «que la isla vive un momento increíble». La organización estima que la residencia musical aportará a Puerto Rico unos 200 millones de dólares durante los casi tres meses que durará, que coinciden con el verano, normalmente de temporada baja.
Las expresiones musicales también han brillado. Un grupo de artistas callejeros tocan la bomba y la plena y motivan a la gente a bailar y otros cantan en vivo. En las inmediaciones del Coliseo, las marcas patrocinadoras atraen al público con distintas amenidades. En un estand, un grupo expertos expone sobre la importancia de proteger el sapo Concho puertorriqueño (Peltophryne lemur), la especie endémica que sacó a relucir el artista en el concepto creativo. Por supuesto, la bandera es llevada en la ropa, como capa, pintada… reflejando el «orgullo boricua», además de las vestimentas jíbaras (campesinas).
Keishla y Jennifer, una tía y sobrina puertorriqueñas que asistieron desde Ohio, Estados Unidos, a la quinta función, destacaron que estos conciertos demuestran orgullo porque «han puesto a Puerto Rico en la boca de todos».
Mientras que Luis y Elkin, esposos con 53 años de casados, y que viven cerca del Choli, fueron a ver el ambiente que se escucha desde su hogar.
Aunque no compraron boletas informaron que se sienten contentos de ver un movimiento de gente tan grande desde hace varios años.
Una vez dentro, cada concierto del fin de semana empieza puntual a las 9:00 de la noche y durante tres horas Bad Bunny abarca los géneros boricuas de la salsa, la bomba y la plena, sin dejar de lado lo que lo hizo famoso: el trap y el reguetón armando un verdadero perreo en la casita de tamaño real dentro del coliseo, con el mensaje de que Puerto Rico es su casa y la casa del reguetón.
DANIELA PUJOLS / DIARIO LIBRE