Opinión

“Desconchar” el transporte público

 POR CRISTHIAN JIMENEZ.- “Desconchar” el ar­caico, inseguro, in­eficiente, contami­nante, estresante, indigno sistema de transporte de pasajeros es antiquísima aspiración de los dominicanos.

Que falsos sindicalistas asu­man su real rol de empresarios es un giro vital en la dirección de lograr calles más seguras y predecibles y precios razona­bles en el servicio.

El “Corredor Núñez de Cá­ceres” es un feliz inicio, aun­que acechan inconformida­des amenazantes, de alianzas público-privadas para intro­ducir mejoras en el millona­rio negocio.

Destartalados vehículos, con mínima seguridad a los clientes, han sido sustituidos por confortables autobuses, conducidos por los propieta­rios de los viejos aparatos.

El pequeño sindicato que operaba la ruta se unió a uno mayor, de vinculación con inversionistas extranjeros y el gobierno asumió la regu­lación. La estatal Omsa, que participaba del corredor, re­fuerza otros de más largos trayectos.

“La alianza público-priva­da es el mecanismo por el cual agentes públicos y privados suscriben voluntariamente un contrato de largo plazo, como consecuencia de un proceso competitivo, para la provisión, gestión u operación de bienes o servicios de interés social en el que existe inversión total o parcial por parte de agentes privados, aportes tangibles o intangibles por parte del sec­tor público, distribución de riesgos entre ambas partes, y la remuneración está asocia­da al desempeño conforme a lo establecido en el contrato”, reza la Ley 47-20.

En el contrato se estable­cen las condiciones para la “provisión, diseño, cons­trucción, financiación, pres­tación, gestión, operación, mantenimiento y adminis­tración total o parcial”.

En el CNC no hubo licita­ción, se explicó, para respe­tar derechos adquiridos por el gremio que operaba la ruta.

En América Latina hay in­teresantes experiencias de alianzas público-privada centradas fundamentalmen­te en construcción de infra­estructuras, destacándose Colombia, México, Uruguay, entre otros. No han faltado críticas.

Promulgada en febrero, con reglamentos en septiem­bre del 2020, la ley creó un consejo nacional, que a po­cos días de instalado el go­bierno del presidente Luis Abinader decidió priori­zar inversiones en 13 secto­res, que incluyen transporte vial, aéreo y marítimo, agua, salud, educación, energía, agropecuaria, vivienda, tu­rismo, movilidad urbana, telecomunicaciones, entre otros.

El transporte, que estrena la ley, siempre ha sido muy sensi­tivo por la incapacidad estatal y paulatino dominio, auspiciado por la politiquería, hasta el con­trol total de grupos que inicia­ron como sindicatos y federacio­nes, pero que mantienen esas denominaciones para oprimir e instrumentalizar choferes, victi­mismo y chantaje.

Onatrate es un frustratorio recuerdo de un hermoso es­fuerzo estatal en el gobierno perredeísta de don Antonio y Omsa ha sido manejada con la discreción del sujeto teme­roso, que evita “molestar” a un vecino violento.

El Metro, maravillosa e in­comprendida iniciativa del gobierno de Leonel Fernán­dez en su momento, vio anulada su parte complementa­ria de “rutas alimentadoras” por la acción de voraces gru­pos choferiles. El Teleférico de la administración Medi­na suplió de alguna manera, con la “extracción” de perso­nas ubicadas en zonas de im­posible circulación vehicular, acercándolas al tren.

Ahora el reto es la integra­ción de los empresarios del transporte, ya sin el falso ropa­je proletario, en los diseños de alianzas público-privada, aun­que es evidente de que la resis­tencia persistirá.

Los empresarios privados, exsindicalistas, deben asu­mir los esquemas que plan­tea la legislación y manejarse como socios del Estado, con vigilancia mutua, todo en blanco y negro. Transparen­cia total.

El gobierno obligado a realizar los diseños y articu­laciones con los instrumen­tos del servicio de transporte estatal de pasajeros para un integral servicio en beneficio de los ciudadanos de a pie.

Es imperativo abrir nue­vas rutas del Metro (y más vagones) como figura en el diseño original y agregarles los sistemas de teleférico en zonas que se requieran.

Y adiós, don “concho”, adiós …

Redacción

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