Foros provinciales y el cuidado del Atlántico

POR ISAAC GARCIA.- María Trinidad Sánchez y Samaná: dos provincias del Nordeste dominicano acariciadas por las olas del Océano Atlántico. Sus colores, aguas cristalinas y turquesas, mansas y agitadas, peces y corales, playas y cabos; corrientes marinas, arena blanca, dorada y oscura, acantilados imponentes, sistemas de manglares y lagunas costeras, especies marinas, aves costeras migratorias, corales y pastos marinos; ballenas jorobadas, pesca artesanal, turismo ecológico y cultural, carnavales, amaneceres y atardeceres con colores impresionantes, canto de las olas, la paz que produce el mar, sentimiento de libertad, misterio, vida y trascendencia divina del océano abierto, son solo algunos de los grandes dotes que ofrece a simple vista la Costa Nordestana. Esta riqueza, que no nos ha costado nada, tenemos que cuidarla.
Nuestros Papas nos llaman permanentemente a proteger nuestra Casa Común, especialmente nuestra biodiversidad marina y costera. Francisco sugiere que “cualquier acción sobre la naturaleza puede tener consecuencias que no advertimos a simple vista, y que ciertas formas de explotación de recursos se hacen a costa de una degradación que finalmente llega hasta el fondo de los océanos” (Laudato Si’, 41).
Esta degradación, primeramente moral, afecta a la ecología medioambiental y a las personas más vulnerables, debido a que no estamos viendo la tierra ni el mar como un regalo divino, sino como una posesión privada. El Papa argentino, junto al Patriarca Bartolomé, decían: “La urgente llamada y el desafío de cuidar la creación son una invitación dirigida a toda la humanidad para que trabaje en favor de un desarrollo sostenible e integral” (2017), que incluye el cuidado de nuestros mares. “Los océanos son el patrimonio común de la familia humana. Sólo con un profundo sentido de humildad, asombro y gratitud podemos hablar con razón del océano como «nuestro»” (06.10.2027).
Antes, Benedicto XVI llamó “el libro de la naturaleza”, al aire, el mar y la tierra, invitando a cuidarlos, porque es “único e indivisible” (11.01.2010); todos los ecosistemas marinos, forman parte del equilibrio de la Creación, los cuales deben ser protegidos, respetados y contemplados.
Para Juan Pablo II, el primero en plantear la unidad entre la fe y la ecología, los océanos son un don divino. En las Sagradas Escrituras, mar, océano o lago, como espacio geográfico o en su simbolismo teológico, hacen referencia al caos previo a la Creación (Gn 1,2), al poder y a la majestad de Dios, al paso pascual y a la libertad del Pueblo de Israel (Ex 14), a la llamada, vida y misión de Jesús (Mt 4,18-22), al lugar de revelación, fe, encuentro y manifestación divina (Mt 14,22-33) y al fin del caos (Ap 21,1).
Los foros tienen la noble misión de crear conciencia a los nordestanos y visitantes de cuidar nuestro océano y responder a 4 desafíos: a) Evitar la contaminación que dañe la vida marina, previniendo que ríos y playas viertan plásticos y residuos: “¡No al Plástico en el mar!”, es urgente “cuidar la salud de los mares” (Papa Francisco, 11.07.2021); b) Controlar la sobrepesca y el turismo no regulado que ponga en riesgo la sostenibilidad; c) suscitar una educación, reflexión ecológica y crear una Pastoral del Mar que promueva desde las escuelas, universidades, grupos ecológicos, sociales y templos, la “Cultura del Cuidado” hacia las personas, los santuarios marinos y el Medio Ambiente terrestre y marítimo; d) Celebrar del Día Mundial de los Océanos, ocho de junio, para descubrirlos como germen de vida, reguladores de clima, fuentes de oxígeno y sostén económico de millones de personas.