Guerra e impotencia: sin horizontes a corto plazo
POR JULIO MARTINEZ POZO.- Cosa tal como que Vladímir Putin decrete un alto al fuego antes de que Ucrania se declare vencida, sería difícil de ver a menos que el mandatario ruso pueda exhibir logros que justifiquen la sangrienta y destructiva agresión lanzada sobre un país europeo, amparado en un determinismo histórico caótico y catastrófico.
Lo veo condenado a postergar su ocupación de territorio ucraniano hasta más no poder, cuando ni el costo de ese despliegue militar ni el de las sanciones económicas de la comunidad internacional, se hagan sostenibles.
Se quedó sin horizontes de corto plazo, porque el único razonable, sería declararan como cumplido el objetivo de su misión después de lograr del títere que establezca en Ucrania, el compromiso de que ese país no ingresará a la Organización del Atlántico Norte, pero la patológica ilegitimidad de un gobierno surgido en tales circunstancias daría un carácter pírrico a las concesiones que pudiera hacer a Rusia.
Lo que Ucrania tiene en juego en este conflicto es su soberanía que una vez le sea arrebatada, ya no le queda nada que ceder, todo tendría que servírselo Rusia, y no conozco ningún referente de agresiones similares que hayan dejado un saldo histórico favorable para el invasor.
¿Qué implica la permanencia de Rusia en Ucrania?
Aislamiento internacional, no por casualidad 141 países votaron en la ONU repudiando la invasión contra apenas cinco que la apoyaron, y la abstención China.
La mejor enseñanza que Rusia le estaría dando al mundo, y, sobre todo a Europa, no puede mantenerse dependiente en materia energética de una autocracia desquiciada capaz de propiciar la barbarie que se cierne hoy sobre Ucrania, y mañana sobre cualquier otro país.
Putin ha sacado a Europa de su principal enfoque, el cambio climático y el impulso de las energías renovables, para convencerla de que también tiene que hacerse sentir y respetar en el plano militar, que ya no puede seguir a la zaga de los Estados Unidos.
Haciendo la guerra contra Ucrania, Putin se le ha declarado a Europa que ha captado el mensaje, y su respuesta ha sido unirse más, salir de su zona de confort, y romper el precedente de no colaborar como federación con armamentos, por lo que le está propiciando ayuda por 500 millones de dólares para que los ucranianos defiendan su territorio.
A eso se añade el hecho de que Alemania se ha percatado de que tiene que estar prevenida para lidiar con vecinos tan peligrosos , y nada más precavido que un ejército fuerte y las armas modernas necesarias para disuadir o combatir, y se ha trazado la meta a la había renunciado después de las locuras de Adolfo Hitler, disponiendo un 2% de su PIB para esos fines.
El único negociador viable que se vislumbra en estos momentos es China, cercana en algunos aspectos a Putin, pero no tanto que quiera arruinar sus propios intereses, que no son lo de producir un incremento en el precio de los combustibles como podrían ser lo de Putin, o propiciar una ralentización de la economía mundial, que la afectaría más que a ninguna otra.
Otros que terminarán reaccionando, más adelante, serán los rusos que tardarán muchos años en reponerse de los efectos de esta megalomanía, que lleva a ensangrentarse y a separarse a pueblos hermanados por sus orígenes y costumbres.
Lo peor lección es que las guerras ni se han acabado ni se acabarán mientras individuos aspiren a engranderse, propiciándolas