Johnny Ventura: un año en la Gloria
Una anécdota inédita, de cómo El Caballo homenajeó, en el Teatro Karl Marx de La Habana, a Celia Cruz
POR ALFONSO QUIÑONEZ.- Johnny Ventura se fue de este mundo un día como hoy, hace justamente un año. Su ausencia es tan vibrante como su presencia.
En el 2015 tuve el privilegio de viajar a Cuba con él -un viaje muy soñado por el Maestro, como yo le llamaba- donde pude ayudarle a guiarse en aquella jungla ideológica, más intensa que la de Wifredo Lam.
De aquel viaje la siguiente anécdota. Johnny Ventura se presentó dos noches seguidas en el Teatro Karl Marx, con capacidad para 6 mil personas. La boletería abarrotada. Sold-out ambas noches. Y si hubiese hecho una tercera, hubiese sido sold- out también.
La primera noche, en medio de aquella gran fiesta, de pronto el público se electrizó por pocos segundos. Johnny le dijo al público que de no haber sido por una gran hermana suya no hubiese llegado nunca a Cuba, y que por tanto tenía la obligación moral de cumplir su palabra y homenajearla. Dos grandes pantallas a ambos lados del escenario enseñaron -¡por primera vez en casi 60 años!- a Celia Cruz, prohibida por el régimen cubano desde que abandonó Cuba en 1960.
El público hizo por algunos segundos un silencio sepulcral, mordido por el miedo. De pronto, explotó -como una bomba de fragmentación- una ovación ensordecedora. Era la primera vez que Celia Cruz era vista en un escenario cubano oficial. El espectáculo tuvo quizás su momento más alto en esos minutos en que Johnny y Celia cantaron a dúo.
Al día siguiente fuimos a un lugar desconocido por los cubanos. Un sitio secreto. Lleno de significado humano, cultural, sentimental: el hogar de Celia Cruz, allá en el fondo de la barriada de Lawton. La sala de esa casa se mantiene idéntica a como la dejó Celia el día que partió de Cuba. Johnny se emocionó mucho y doña Fifa también.
Durante el día comentamos cómo debió caer oficialmente la presencia de Celia Cruz en el espectáculo -que fue absolutamente financiado por el propio Johnny Ventura-, donde estaban presentes el entonces ministro de Cultura cubano, así como el presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, entre otras figuras oficiales.
Esa tarde noche, otra vez en el Teatro Karl Marx, estábamos en el camerino: Johnny y un servidor. El Caballo estaba en camisetilla negra, tal y como le vi muchas veces, antes de salir a escena, ya en La Sabrosa Despedida que se dio por la mayoría de las ciudades dominicanas años atrás, ya en el Teatro Nacional Eduardo Brito. Conversábamos de sabe Dios qué tema, cuando de pronto apareció en la puerta del camerino un supuesto funcionario de una empresa de la música. La experiencia me dijo que era cualquier cosa menos funcionario de la música. Un enviado de las alturas… léase de la Seguridad del Estado. Se presentó con cierto nerviosismo. Y le dijo a Johnny que desde niño era un fiel seguidor suyo. “¡Qué clase de concierto, Caballooo!”, dijo alargando la “o” un poco exageradamente.
“¡Maravilloso! ¡Extraordinario”, siguió elevando adjetivos aquel hombre.
De pronto soltó a lo que venía: “¡lo único que no gustó… que no me gustó… fue lo de Celia Cruz. Eso tiró el espectáculo al piso”, dijo con la frente perlada de sudor.
Miré a Johnny y le hice una seña con los ojos como diciendo “déjemelo a mí”.
“Compañero -le dije-, eso tiene arreglo”. El hombre sonrió.
“Ahora, cuando usted salga del camerino, se para ahí en el escenario y le dice a ese público que está esperando que comience el espectáculo, que el mismo se ha suspendido porque a usted no le gustó la presencia de Celia Cruz. Dígale a los que lo enviaron que si no va Celia, no va Johnny”.
Miré al Maestro que sonreía asentando con la cabeza.
Esa noche fue la segunda vez que Celia Cruz se presentó en el teatro más grande de Cuba, gracias a la valentía de Johnny Ventura.
“Yo no podía ir a Cuba sin rendirle homenaje a mi hermana Celia”, me dijo varias veces después, siempre que recordábamos la anécdota.
“¿A dónde quieren llevar al negro?”
Luis Medrano, quien admiró a El Caballo Mayor como pocos, escribió ayer esta “reflexión letal” de las que reparte diariamente. “Cuando se tiene un carisma avasallador, hechizante, envolvente, impactante, atrapante y tan poderoso como el de mi hermano Johnny Ventura, se sufre mucho. Le hicieron de todo para destruirlo y no encontraron formas ni en política ni como artista. El equipo de Wilfrido Vargas compuesto por Eury Cabral, Fafa Taveras, Enriquez Fernández, Domingo Bautista, Bienvenido Rodríguez, Jose Pena Manzo, Cherry Jiménez, Willy Rodríguez, Rubén Camilo, Joseph Cáceres, Manuel Vargas entre otros, trató de todas las formas posibles de sacarlo del medio como estrella cimera y no lo lograron. Cuando le enfilaron todos los tipos de misiles posibles hacia su carrera Dios lo protegió. Su respuesta fue con un tema que lo colocaron por primera vez en la estación líder del momento Radio Visión, justo a las 4 de la tarde que llegó el Choby Capellán, de la fábrica de Fabiola con un acetato de 45 y en la cabina de moda donde llegaba toda la farándula estábamos Rubén Camilo, el Bello Bello, Enriquez Fernández, Francis Moya, Francis Méndez, Martínez Diloné y Chichi Socías. Y se estrenó aquello que decía: “¿Adónde quieren llevar al Negro? / ¡Miren que el Negro se está cansando!”. Ese tema le dio un nuevo impulso ante la embestida y la avalancha imparable de los bombazos del equipo de los Beduinos. Esa es una de las conversaciones con Johnny Ventura tres días antes de su tan lamentable partida. Ese día hablamos casi 4 horas y me contó completamente su vida”.
Misa de homenaje a Johnny Ventura
Actividad: Homilía en homenaje a Johnny Ventura.
Lugar: Catedral Primada de América
Día: hoy, jueves 28 de julio 2022
Hora: 6:00 pm