Las hermanas Mirabal son llevadas a un musical, «Mariposas de acero», que llena de orgullo la escena dominicana
SANTO DOMINGO.- La historia fue contada, los monstruos gritaron y las mariposas se hicieron de acero mientras volaban alto y marcaban un hito en el teatro de República Dominicana. Lo sucedido a las hermanas Mirabal cobró vida por todo lo alto durante el fin de semana con la presentación en el Teatro Nacional Eduardo Brito de la obra musical “Mariposas de Acero”, del productor y dramaturgo Waddys Jáquez.
Una ambientación escenográfica que evocaba la tormentosa mitad del siglo XX, el contraste de la música dominada por el rap y unas interpretaciones de primera con acertadas actuaciones comprimieron en casi tres horas en el escenario una heroica historia dominicana que despertó las emociones más sinceras de los presentes al narrar los hechos que quizás no nos contaron sobre el grupo de mariposas que una vez creímos que eran solo tres.
“Mariposas de acero”, más que relatar la fatídica historia del destino del trío Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), pone voz a los hechos de valentía de todos aquellos que las rodeaban demostrando los sentimientos de honor que encarnaba a estos amantes de la patria.
El jardín se llenó de mujeres valientes en Salcedo. Desde mamá Chea, una heroína que dio a luz a otras cuatro más, y Tonó (Ana Antonia Rosario), su fiel compañía, hasta Sina Cabral, Dulce Tejada, Asela Morel, Fe Violeta Ortega y Mirian Morales, las “Mariposas de La 40”.
Este quinteto de mujeres formaban parte del delatado Movimiento 14 de Junio y fueron apresadas y torturadas de la manera más vil, junto a las Mirabal, y aun así mantuvieron su fidelidad y entereza no entregando ante el tirano de entonces, Rafael Leónidas Trujillo, a ninguno de sus compañeros.
+ La cuarta mariposa
El cómo ocurrieron los hechos tiene varias versiones, sin embargo nadie es mejor para contar la verdadera que aquella que sobrevivió con un sello en la frente que la cataloga de heroína y que en su propia voz un día rezó que “permaneció para contarlo”.
En “Mariposas de Acero” son los propios revolucionarios del Movimiento 14 de Junio quienes le piden a la que fue vocera de su gloria dejar que por ella “hablé la memoria”.
Los sentimientos y entrega de Dedé Mirabal fueron protagonistas de un cuento que a veces olvida que ella es la cuarta mariposa.
La voz de Adalgisa Pantaleón puso en escena el dolor de aquella adulta que habiendo perdido a sus tres hermanas tuvo la entereza de abrazar como sus hijos a aquellos por los que corre la sangre de “las muchachas”.
El juego de luces, el vestuario y elementos visuales son vitales en el montaje al hacer sentir que se está en el lugar de los hechos (La 40, Ojo de Agua, la escuela e incluso la sala personal de los Mirabal). Fueron elementos indispensables para hacer sentir al público como parte de esta historia dentro de un musical que ya es orgullo dominicano.
Aunque la mayoría de las intérpretes femeninas poseían voces con timbres muy parecidos y matices similares, no dejaba de ser impactante el poderío y sentimiento que transmitían en cada escena musical en la que los sentimientos de amor, emoción o rabia se podían palpar.
Junto a los papeles de Adalgisa Pantaleón, Nashla Bogaert, Hony Estrella, Judith Rodríguez, sobresalieron Frank Ceara –como Trujillo-, Gnómico, Nico Clínico, Ana Rivas, Diana Ramos, José Mota, entre otros.
Los rejuegos vocales y la fuerza rítmica mantuvieron al público con el oído despierto.
Más de 15 cortes de escenas musicales, movidas por el acompañamiento de una banda completamente en vivo, en las que, como se había prometido, predominan los ritmos urbanos como rap, trap y muchas fusiones.
Aunque la forma de rapear puede resultar un poco repetitiva y, en ocasiones, puede parecer que los actores imitan el estilo particular con el Gnómico, quien hace de comandante de la policía secreta o la SIM, improvisa sus rap fuera de escena, no resulta cansado; de hecho, da un sello a la obra, igualmente las baladas. Con mágico encanto suena el danzón elegido para el baile estelar entre Trujillo y Minerva.
La secuencia de canciones lleva un hilo en el que se hace más personal y familiar la forma en la que interactúan, tanto la familia Mirabal como el resto, permitiendo ante la percepción del público una imagen más cercana y humana de las hermanas que siempre se han tenido tan idealizadas inclinadas únicamente a la vida patriótica.
La naturalidad de los artistas al desplazar componentes de las escenas por el escenario fue como refuerzo del excelente trabajo de baile.
El vestuario también fue un punto a favor de materialización de la época, aunque el hecho visible de que algunos vestidos no llegaban a abotonar en las siluetas de las protagonistas fue evidente.
La fortaleza inquebrantable con la que sobrevive el amor entre Minerva y Manolo, cómo surge a primera vista, cómo se mantiene a través de la distancia y cómo pasan de un tórrido romance a ser compañeros de lucha por un amor más sagrado, el de la patria, le gana uno de sus puntos más notables en toda la trama presentada.
El talento que siempre ha caracterizado a Nashla, ahora, más que en la actuación, en el canto y el baile, aunado al salto de estrella en esta esquina de la escena artística del productor Nico Clinico como Manolo es un extracto fundamental de lo que buscaba mostrar Waddys.
Las cartas con las que se comunicaban Minerva y Manolo están detalladas en el libro de Minou Mirabal, hija de ambos, y fueron llevadas al escenario de una forma tan bella y dramática que emocionó a los presentes.
El complemento entre romance e ideología que llevo a la dupla a conformar juntos el Movimiento que buscaba la caída del tirano, la picardía y el amor que compartían estuvo representado en la química existente entre Nashla y el productor y cantante.
+ Honey o Patria
La comunicadora Honey Estrella, en los zapatos de Patria, fue de las revelaciones de la noche.
Con un rol más enfocado en el ámbito de la comunicacion, Estrella sorprendió formando parte esencial en las coreografías de baile que llenaron la sala, pero lo que más llamó la atención fue verla entonar notas altas durante sus líneas de solos.
+ Frank y Trujillo
Al maligno de la historia tal vez le hizo falta que esa maldad reluciera más en el escenario. Quizás fue intencional, de bajarle intensidad a la violencia, o se impuso el temor que expresó Ceara en varias ocasiones de sentirse identificado con el rechazo que genera un personaje tan detestable como el caudillo jugó en su contra en escena desarrollando un papel fuerte que en varias de sus salidas no se correspondía con el imaginario de quién fue Trujillo, aunque sin dudas que la potencia de su voz como cantante no tiene cuestionamientos.
Sus interpretaciones musicales recibieron fuertes ovaciones, aunque la oscuridad de la maldad que manchaba todo lo que tocaba Trujillo no se sintiera a un grado mayor en esta puesta en escena.
Waddys Jáquez y Pablo García, creadores del musical, lograron que el público se quede atento a cada escena.
Muy emocionado, al finalizar la función benéfica para la Fundación Hermanas Mirabal, Waddys Jáquez agradeció al público que le escuchaba de pie por apoyar esta propuesta artística que lleva un poderoso mensaje que no se puede olvidar.
“Gracias por estar aquí, ha sido un largo camino para lograr el montaje de esta obra. Esta es la historia sobre la cual se forjó nuestra patria, pero también es la historia de Latinoamérica. Queremos llevarla al mundo para que jamás se vuelvan a repetir las dictaduras ni el abuso contra la mujer”, manifestó Jáquez.
La familia Mirabal estuvo presente durante la primera noche de estreno del musical, el pasado jueves, que recoge ritmos urbanos combinados con canciones de época.
Con los sentimientos aflorados, Minou Mirabal, hija de Minerva, salió de la sala de teatro tras culminada la obra, hablando de esa emoción que casi no sabía cómo describir.
“Es una obra excelente, toca la más profunda sensibilidad del pueblo dominicano. Me parece que refleja lo mejor de lo que somos, es muy hermosa”, expresó con lágrimas en los ojos.
NAYELI REYES