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Mi batalla contra los demonios

POR MARCOS SANTOS. – Las personas que me leen o que me siguen, y le dan seguimiento a la actividad política en San Francisco de Macorís, pudieran pensar que el título de este artículo, está relacionado con la intensa campaña de descrédito que se ha desatado en las redes sociales en contra nuestra, y donde muchos señalan como el auspiciador de la misma, a un señor que ocupa una importante posición política en la provincia Duarte.

No es así.

Mi batalla y la de muchos que tienen a Jesús como único guía y salvador, es de la estar en comunión con nuestro Dios, de no caer en las tentaciones y por ende en el pecado, y en los placeres del mundo.

Es una lucha constante, la cual libramos con mucho entusiasmo, si vale el término, porque de acuerdo a la promesa de nuestro Señor, la recompensa es muy grande, imposible de igualar a cualquier cosa material sobre la faz de la tierra.

Jesús declara en el Evangelio de Juan: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente».

Leer estos versículos en la Biblia, nos da una rica esperanza, la cual nos lleva a tener Fe y obedecer al Rey de Reyes y Señor de Señores.

Y hay más.

Cuando Jesús pronunció la siguiente frase estando crucificado en la cruz, «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.», la misma se da en el contexto de una conversación entre nuestro Señor y uno de los ladrones que estaban siendo crucificados con él.

Y es que el ladrón que estaba a la derecha del Señor, admitiendo su propia culpa y reconociendo la inocencia y Majestad del Hijo de Dios, le pide que se acuerde de él cuando venga en su reino, y es ahí cuando Jesús le responde con la promesa «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.»

En ese momento, el más solemne de la historia de la Humanidad, nuestro Señor nos enseña, que cuando hay Fe, arrepentimiento y obediencia a su Palabra, habrá Salvación para nuestras almas, y esto constituye, el mejor y más grande premio o recompensa que puede recibir una persona, no importa sus riquezas o sus limitaciones desde el punto de vista material.

Viendo, así las cosas, el momento es oportuno para entregar cada una de nuestras vidas a nuestro Señor Jesús.

Será la decisión más sabia e inteligente que podamos tomar.

Solo con la ayuda de nuestro Dios, podemos vivir plenamente, ya que estando en comunión con El, tendremos gozo y paz en nuestros corazones.

No importan las enfermedades, las deudas, los sufrimientos, no importa nada, en nuestro Señor encontraremos todo lo bueno que estamos buscando para nuestras vidas.

De manera pues, que mi batalla no es contra los desmanes, el despropósito, la malicia, el odio, y resentimiento del susodicho dirigente político y sus secuaces, eso es insignificante, no representa nada, no mata, no hiere, ni siquiera fastidia, porque en la medida que vamos conociendo más y más a nuestro Dios, más tranquilidad y paz habita en mi corazón, y en mi alma.

Filipenses 4:6-7:

«Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.»

Hermosas y motivadoras palabras, y más que palabras, son promesas que vienen del que nunca nos falla….

Bendiciones para todos y todas….

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