PLD, USAID y campaña contra periodistas
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POR CRISTHIAN JIMENEZ.- El PLD sigue en proceso de negación pese al congreso “renovador” y de “relanzamiento”, desconociendo errores fundamentales que provocaron su salida del poder y su vertiginoso achicamiento. Las renuncias continuaron la semana pasada.
Viejos vicios, pese a las caras nuevas, como el joven nuevo secretario general Johnny Pujols, de trato afable (evita la rispidez confrontacional, que espero no solo sea por su estreno), articulado discurso con referencias históricas. Pero el argumentario no es de su factura, sino del grupo dominante que sigue encabezando Danilo Medina.
El partido morado, en caída libre luego de un 61 por ciento en las elecciones del 2016; 38 en 2020 y alrededor de 10 puntos porcentuales en 2024 no encuentra el norte y se muestra incapaz de aprovechar los resbalones de la administración abinaderista. Carece de senadores y cuenta con minoría de diputados lo que le imposibilita participar en la escogencia del Procurador, jueces de los tribunales Constitucional y Superior Electoral, Suprema Corte de Justicia y que sean irrelevantes sus votos para seleccionar a los miembros de la Junta Central Electoral, Cámara de Cuentas y Defensor del Pueblo.
El congreso partidario se supone que animaría a los peledeistas, pero prevalece el desánimo, expresado en otras salidas de dirigentes y diputados y regidores, en momentos que se suponía frenada la sangría que alcanzó su punto más alto en la campaña electoral última.
Para más inri las aspiraciones resurgieron antes de la conclusión del conclave partidario y en vez del enfoque en el fortalecimiento de la organización, la mirada y acciones de muchos está en engordar grupos de apoyo a futuras candidaturas.
Me distraigo con la situación del PLD por su reacción ante señalamientos de periodistas bajo fuego de una campaña difamatoria y de planteamientos de miembros de Participación Ciudadana, tras la divulgación de financiamiento de USAID a la entidad, que vinculan al partido morado en la cruzada.
Pujols, al negar la vinculación del PLD al tsunami difamatorio, coló que la derrota del 2020 fue fruto de un discurso de odio contra las administraciones peledeistas y negó la corrupción y la falta de transparencia como elementos definitorios.
“Todo ese discurso antipolítico y de odio se logró establecer la República Dominicana y se infiltró el golpe blando. Fuimos víctimas de eso. Entonces reponernos de eso va a tener un costo y va a tomar tiempo”, alegó en al almuerzo del periódico Hoy, en presencia de otros importantes dirigentes.
Se quejó de que en esa campaña “despiadada” se vinculara el concepto corrupción a un color exclusivo y censuró que se desconocieran “los aportes” del PLD con la creación de leyes que favorecían la transparencia y que profundizaban la lucha contra la corrupción.
Es lógico que el PLD se defienda y se distancie de la campaña contra periodistas y hasta se acepta que dirigentes “se desquiten” de excesos de algunos, pero es un imposible despropósito que la dirección partidaria pretenda evadir su responsabilidad en el desastre electoral y reputacional de la organización.
Es muy cuesta arriba superar los errores cuando no se reconocen. Claro, el responsable del desastre sigue en control de la organización y dará mil vueltas para evadir su culpa.
El colmo es que la dirección peledeista quiere ignorar un hecho fundamental: las imposiciones de Medina provocaron la división del PLD. El entonces presidente intentó una segunda reforma constitucional en su provecho, que Estados Unidos frustró, entonces pasó por encima de sus compañeros validados por él como precandidatos e impuso a Gonzalo Castillo, ajeno al proceso. Posteriormente arrolló al líder de la organización y tres veces presidente, Leonel Fernández.
Sin división, el PLD retenía el poder.