Santo Domingo.- Hace apenas un lustro a Derian Cruz los escuchas daban más proyección y valor que a Fernando Tatis Jr., Juan Soto, Cristian Paché y Jeison Guzmán, como quedó demostrado con un bono más alto que ellos, US$2 millones de los Bravos de Atlanta, en julio 2015.
Pero Cruz, un torpedero puertoplateño ambidextro con gran velocidad que fue seleccionado por el Licey en el sorteo de 2018, sorprendió al mundo cuando en julio pasado anunció que se retiraba del béisbol, con solo 20 años.
Una decisión que pocos entendieron y que daba lugar a todo tipo de especulación, dada su renuncia a explicarlo, incluyendo a DL, que lo contactó.
“Si eres una de esas personas que me tienen cansados de preguntarme por qué yo dejé de jugar pelota, este video es para ti”, arranca la fílmica editada de casi ocho minutos. “Espero que después que tú veas este video deje de preguntarme, por favor”.
Cruz cuenta que comenzó a jugar béisbol a los nueve años y, aunque su sueño ya era ser doctor, al poco tiempo se enamoró con gran pasión. A los 13 llamó la atención a entrenadores de la capital (Javier Rodríguez y Ruddy Santín, de la IPL) y firmó a los 16.
Desde pequeño y hasta jugar su primer año en la Liga del Golfo profesaba la religión cristiana, pero ese 2017 revela que se apartó de la fe, lo que entiende lo desenfocó, cayendo en un laberinto del que se sentía incapaz de salir.
Dice que el cuarto año (2019) estaba “insoportable”. “Yo mismo decía, ‘¿qué es lo que me pasa?’. Llegué a un punto que me estaba yendo tan tan mal que no me importaba nada, literalmente no me importaba nada. Empecé a bajar de niveles, me esforzaba, pero no funcionaba nada. Jugaba menos, bajaba de nivel. Estaban pasando muchas cosas que poco a poco me hicieron perderle el amor al deporte”, relata Cruz.
Un punto en el que sintió que tocó fondo.
Sin resentimiento hacia el béisbol, al que agradece haberle enseñado valores como la disciplina y aportarle muchos amigos, critica a los padres que fuerzan a sus hijos a jugar béisbol recortando tiempo para los estudios.
“Puedo decir a boca llena que uno de los días más felices fue el día que yo pisé este país cuando dejé de jugar pelota. Ustedes no saben todas las cosas que yo había perdido, que me hacían falta”, dice, citando fechas como cumpleaños de su padre, madre y hermana. Yo me preguntaba ‘¿y si yo moría en esos años, estaba valiendo la pena lo que yo estaba haciendo?’”.
Cruz agradece a su madre por ayudarla con el manejo de sus finanzas y educación.
“El béisbol no tiene la culpa de lo que me estaba pasando a mí, yo fui el único creador de lo que me pasó. Pero solo Dios sabe las cosas. La verdad es que en el momento que dije ‘renuncio’, ese día me sentí libre”, dice antes de finalizar e invitar a que se suscriban a su canal de YouTube y seguirlo en otras redes sociales.