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República Dominicana «debe prepararse para una escalada de precios prolongada», advierte la FAO

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte que la República Dominicana debe prepararse para una escalada prolongada de precios en los alimentos. Esto por la dependencia de la importación de algunos alimentos.

Rodrigo Castañeda, representante de la FAO en República Dominicana, considera que el escenario brinda una oportunidad para fortalecer la autosuficiencia alimentaria del país e integrar a los pequeños y medianos productores a mercados institucionales como hospitales, turismo y alimentación escolar.

—¿Cuál es la situación con el incremento de los precios de los alimentos a nivel internacional?

La FAO venía alertando sobre esta escalada de los precios desde hace un tiempo atrás. Los precios de los alimentos ya estaban altos antes de la guerra en Ucrania y las cifras del reporte del monitoreo de FAO lo confirman. En marzo, los precios internacionales de las materias primas de los alimentos acumularon un 12.6 por ciento de incremento comparado con febrero pasado de este año, alcanzando su nivel más alto desde 1990.

El conflicto bélico agravó la situación que traíamos postpandemia, pero lo más preocupante son las complicaciones que traerá para las próximas temporadas de cosecha. La FAO está advirtiendo que “el problema más serio no es este año”, sino “la cosecha del próximo”, y que “afectará en todos los países de América”.

Hoy en día no podemos afirmar con seguridad que no se pueda producir una situación de crisis alimentaria en la región.

—¿A qué atribuyen esta subida?

Es una combinación de factores. Fundamentalmente se explica por problemas de logística internacional por el aumento de los costos de energía, que impacta muy directamente en la agricultura y ahora por la guerra en Ucrania.

Ucrania y Rusia son dos grandes productores de cereales, producen el 30 por ciento de las exportaciones globales de trigo. Las exportaciones de aceite de girasol de ambos países combinadas, representaron el 55 por ciento de la oferta mundial. Además, Rusia es el principal productor de fertilizantes, que ha registrado alzas importantes. La incertidumbre del mercado es porque no sabes si estos países podrán seguir cosechando y exportando en los próximos meses. Por ejemplo, el escenario sería más complejo aún si se afecta la infraestructura de puertos claves para la salida de las exportaciones de estos dos países.

—¿Cuáles son los productos que más han subido?

El maíz, trigo y aceites vegetales. Por ejemplo, el precio de los cereales en general aumentó en un 17.1 por ciento con respecto a febrero, y el precio internacional del trigo y el maíz subieron un poco más de un 19 por ciento durante el mes pasado, alcanzando el maíz un máximo histórico. Otro aumento importante es el alza del precio del aceite de girasol, que se ubicó en torno al 23.2 por ciento, ya que Ucrania es el principal exportador mundial de ese producto. El azúcar, por ejemplo, subió un 6.7 por ciento.

—¿Cómo afecta este escenario a la República Dominicana?

Todos los países de la región se verán afectados y República Dominicana no escapa de ese contexto. Según el Banco Central, el rubro de Alimentos y Bebidas No Alcohólicas fue uno de los de mayor influencia en la inflación general con un alza de 1.18 por ciento respecto al mes pasado. En general esa tendencia se mantendrá, el país debe prepararse para una escalada de precios prolongada. Al ser una isla, dependemos de la importación de algunos alimentos que no se producen aquí, pero, sobre todo, de los insumos agrícolas como los fertilizantes, que es el factor central en esta ecuación.

Lo más probable es que el precio de los alimentos va a aumentar fuertemente, especialmente, el trigo y el maíz. Incluso si el país no compra trigo o maíz de Rusia ni de Ucrania, todos los precios internacionales suben de igual manera, no importa si compras de Estados Unidos o Argentina o Brasil, igual te van a vender al mayor precio internacional.

—¿Cómo impacta la situación a la seguridad alimentaria del país?

Tenemos tres crisis ocurriendo al mismo tiempo: efectos económicos de la pandemia, cambio climático y ahora efectos de la guerra. No es fácil manejar un momento como este.

El desempleo, la inflación y pobreza de los hogares (hoy en 23.85 por ciento) hizo que también tengamos más personas que no alcanzan la seguridad alimentaria. La última medición de FAO registra que, como efecto de la pandemia, hay más de un millón de personas en condición de hambre. 

Pero es importante recordar que tenemos hambre no por falta de alimentos, ya que en el país hay una producción suficiente, sino por falta de dinero de las personas que están en condiciones de pobreza o muy cercanas a la línea de la pobreza. Además, si los alimentos están más caros, hace que las personas abandonen los alimentos más nutritivos, por lo cual también tenemos un aumento del sobrepeso y la obesidad.

Ahí, nuestro llamado es muy claro: los gobiernos tienen que mantener los programas de protección social que se pusieron en marcha durante la pandemia. Programas como Supérate, el programa de alimentación escolar del Inabie, son fundamentales para mantener los niveles de seguridad alimentaria. 

La iniciativa de Inespre y los supermercados es muy interesante porque está dirigida a garantizar la seguridad alimentaria (acceso de alimentos). El sector privado también debe contribuir a buscar soluciones desde el mercado.

—¿Qué desafíos tiene el país?

Tenemos que repensar el sistema agroalimentario que es muy dependiente de los combustibles fósiles, los fertilizantes e insumos externos. Es una oportunidad para acelerar la transición hacia sistemas más sostenibles y resilientes. En el caso de los fertilizantes, por ejemplo, Brasil y México, acaban de lanzar planes estratégicos nacionales para reducir su dependencia de las importaciones de fertilizantes y fortalecer la producción nacional, además de promoción de buenas prácticas agrícolas que aumenten la eficiencia en el uso de fertilizantes, y evitar desperdicios dada esta escasez. Eso requiere más investigación y formación a nivel de productores e instituciones públicas.

En el país la FAO está evaluando, junto al Ministerio de Agricultura, la adopción de alternativas para fertilizantes con innovación, tecnología y con la utilización de prácticas orgánicas. Y algo muy importante, disminuir el uso de pesticidas dañinos y obsoletos para la salud, para una transición a un manejo integral de pesticidas orgánicos.

—¿Qué oportunidades se presentan para la República Dominicana?

Es un excelente escenario para fortalecer la autosuficiencia alimentaria, la República Dominicana es alta en producción, pero muy dependiente de insumos importados. Pero lo más importante es consolidar mercados para la producción nacional de alimentos, que es de buena calidad. Pero necesita apoyo técnico y financiero. 

Siempre lo digo, hay una enorme posibilidad de integrar la producción de pequeños y medianos agricultores familiares, cooperativas y micro y pequeñas empresas agrícolas, a mercados institucionales como la alimentación escolar, hospitales y las cadenas turísticas.

Tenemos una oportunidad de generar nuevos ingresos mediante la vinculación de esa producción de alta calidad de pequeños agricultores a las cadenas del turismo. Pero necesita una voluntad por parte del sector privado. Estamos actualmente explorando la puesta en marcha de iniciativas pilotos de productos Kilómetro Cero con hoteles y restaurantes del país. Imagínate poder ofrecer un alimento fresco, en el plato del turista, que recorrió una cantidad mínima de kilómetros antes de llegar al plato.

—El Poder Ejecutivo impulsa un proyecto de ley que busca gravar con tasa cero el arancel de aduanas a diversos artículos de importación, ¿cómo desde la FAO evalúa esta medida y si la consideran suficiente?

Es una medida oportuna, su eficiencia dependerá en gran medida de los mecanismos de control, del reglamento y criterios de implementación de esa ley. Pero sin duda, es necesario tener un conjunto de medidas de política para facilitar el acceso a los alimentos a un precio más barato de lo que es hoy, que garantice la seguridad alimentaria todos los días. Si no es esa ley, hay que buscar otra. En estos momentos es donde se necesita llegar a acuerdos para que existan esas medidas de apoyo.

En general, la FAO ha recomendado mantener abiertos los mercados, es vital no poner trabas al comercio internacional de alimentos y facilitar el flujo en las cadenas de abastecimiento. Además de diversificar y ampliar los suministros alimentarios, apoyar a los grupos vulnerables, específicamente a los sectores que ya eran vulnerables antes de la escalada de la guerra.

Debemos recordar que los productores de alimentos también son consumidores de estos. Un porcentaje importante de esos pequeños productores son familias vulnerables, que necesitan abastecerse de otros alimentos que ellos no pueden producir. Se debe velar para que todos, productores y consumidores, ejerzan su derecho a la alimentación.

GRACIELA CUEVAS

Redacción

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