Acierto con Sheinbaum

POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ.- La presidenta Claudia Sheinbaum me tiene fascinado. Sus presentaciones en “La Mañanera” con los periodistas, donde responde todas las preguntas, no importa que sean malintencionadas, muchas de ellas, con documentos, con pruebas, con palabras sencillas. Ella me cautiva.
La siento una mujer noble, de gran sensibilidad social, que ama a su pueblo haciendo un gobierno por y para los pobres de México, defendiendo y protegiendo sus intereses, garantizándoles seguridad social, ampliando su cobertura, garantizando empleos dignos, buenos salarios, viviendas, educación de calidad y salud de calidad, razón de ser de todo gobierno, como ha dicho una y otra vez.
Claudia no es un invento del expresidente López Obrador, no es una casualidad, ni “un azar como categoría histórica”; no, ella es el resultado de las luchas que históricamente ha librado el pueblo mexicano por alcanzar el nivel de desarrollo que merece por ser un pueblo de gente buena, trabajadora y honesta.
Hace muchos años que México merecía un presidente como Andrés Manuel López Obrador y una presidenta como Claudia Sheinbaum, una mujer de izquierda, hija de una pareja de profesores, intelectuales, con una hoja de vida brillante, de aportes trascendentales, como su madre, una de las científicas más reconocidas del mundo intelectual.
Claudia Sheinbaum es, igual que su madre, Annie Pardo; con más de 80 años, tiene un nombre y una estatura en el campo de la ciencia, reconocida en el mundo de la ciencia. Su hija, Claudia, hoy presidenta de México, viene de esa escuela.
La escuela del trabajo, el esfuerzo, el sacrificio y el estudio. Desde muy temprano se involucró en las luchas sociales siempre al lado del pueblo, defendiendo sus causas más sentidas.
Ella hizo una licenciatura siguiendo los pasos de sus padres, luego un doctorado, tanto en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), uno de los centros de estudios superiores más importantes de América Latina, luego en Estados Unidos, etc… Por eso digo que la presidenta de México no es fruto de la casualidad, es el resultado de las luchas de un pueblo por su emancipación, por su derecho a ser libre e independiente.
Tampoco es casual, pues, la postura de la presidenta de México frente a los atropellos y abusos de poder del presidente estadounidense, Donald Trump. Ella, con carácter, con decisiones firmes y contundentes, le ha dicho no a la política arancelaria unilateral del presidente Trump.
Ella no se doblega, no cede ante el poder imperial; se mantiene firme, con una valentía que sorprende al mundo. No se deja amedrentar por el misógino presidente de Estados Unidos. Ella ha demostrado que no es un problema de género, que su condición de mujer no la limita.