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La lección de vida de Karlos Tejada

POR MARCOS SANTOS. – Lo traté en contadas ocasiones, y su trato hacia nosotros fue de cordialidad, y respeto, y así era con todos, a juzgar por las muestras de cariño a raíz de su sentido fallecimiento ocurrido el pasado 29 de septiembre en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.

Días antes de su muerte, durante un vuelo de la línea Air Europa desde el Aeropuerto Internacional de Las Américas hasta el Aeropuerto Adolfo Suarez Madrid-Barajas, me tocó el asiento al lado de un empresario dominicano, que según nuestra larga conversación se dedica a la venta de ropa, perfumes, entre otras cosas, y en medio de nuestro parloteo, llegó el nombre de Karlos Tejada.

Me dijo que lo conocía, sabía que estaba padeciendo problemas de salud, pero ante todo expresó, “ese muchacho tiene don de gente, es un caballero, ojalá y se recupere pronto”, fueron mas o menos parte de sus palabras.

Llegamos a Madrid, y mi “compañero de viaje”, quien andaba con su familia, su esposa y dos hijas, nos separamos, él buscando su vuelo de conexión rumbo a Roma, Italia, y yo el mío con destino a Paris, Francia.

No nos dios tiempo de despedirnos.

Pero, luego de enterarme del fallecimiento de Karlos, no puedo negar que me sentí triste, a pesar de que no nos tratamos mucho, pero las pocas veces que lo hicimos, fueron suficientes para tenerle cierto cariño al “ingeniero”, como yo le llamaba.

Karlos me llamaba “doctor”.

La inseparable amiga de Karlos, y amiga nuestra, Karilyn Chabebe, me dijo que a pesar de la enfermedad que padecía, su carácter afable hacia los demás nunca desapareció, que su sonrisa estaba ahí, intacta, que su amor hacia su esposa, su hija, su familia, sus amigos, estaban siempre presente.

La adversidad, la prueba, lejos de convertirlo en una persona amargada o resentida, siguió siendo el mismo de siempre, el que todos, los que le conocieron, y que hoy lo extrañan, lo definen como una gran persona, que se daba a querer.

“Karlos le sacó la lengua al cáncer”, me dijo Karilyn.

Y justamente, ahí está su ejemplo para todos nosotros, que muy a pesar de las pruebas que la vida nos tenga, debemos enfrentarla siempre con dignidad y valentía, y para eso debemos acudir a un refugio siempre seguro y cuyas puertas están siempre abiertas de par en par para todos y todas, que es Jesucristo.

Lo más probable es que Karlos buscó a nuestro Dios, a través de nuestro Señor Jesús, como único guía y salvador.

De ahí que siempre tuvo la fortaleza para enfrentar con gozo la prueba que nuestro Dios le envió.

Jehová es mi pastor; nada me faltará.2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará.3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. 4 aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

Y al recibir a nuestro Señor en su vida, el Salmo 23, fue, de seguro, una de sus lecturas favoritas.

De ahí, que muchos dicen, y nosotros repetimos, “que el cielo ganó un ángel” con la muerte física de Karlos.

A su familia, a don Daniel Tejada, su padre, de quien tengo referencias de que es todo un caballero, a sus hermanos, en fin, a todos, nuestro más sentido pésame por tan irreparable pérdida, y queda en ellos, y en sus amigos, en honrar la memoria de Karlos, no con tristeza, si no, más bien, como él vivió su vida aquí en la Tierra, con alegría, con dar amor a sus semejantes, y con solidaridad y empatía hacia los males humanos y sociales.

Hasta luego estimado ingeniero.

EL AUTOR ES DIRECTOR DE CALLE56.COM

Marcos Santos

Conductor del programa «Con Marcos Santos», que se difunde por el canal 8 de Telenord de lunes a viernes de 6:00 a 7:00 de la noche

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