Opinión

“Los macarras de la moral”

POR CRISTHIAN JIMENEZ.- Respeto a los seguidores de las diversas religiones. Rechazo a va­rios de sus líderes manipu­ladores de ignorantes y te­merosos.

Aprecio críticamente a los actores políticos, pero desprecio su irresponsabili­dad y cobardía para asumir posturas congruentes con los tiempos y la marcha del mundo.

Los religiosos defienden sus creencias, muchos polí­ticos se postran a posiciones por calculadas conveniencias.

Los más ridículo es un po­lítico “del mundo”, presu­miendo de beato en la pasa­rela mediática.

La mayoría no cree en lo que pregona y en privado expresa temores ante la po­sibilidad de ser víctima de la ira de las iglesias.

Recuerdo procesos elec­torales que en misas de do­mingo fueron lanzados a la hoguera los nombres de nu­merosas candidatas a dipu­tadas que defendían las tres causales para la interrup­ción del embarazo y todas resultaron triunfadoras, al­gunas como Minou Tavárez, Karen Ricardo y Faride Ra­ful con altas votaciones. En 2016, Ricardo logró mayor puntuación en Santo Do­mingo Este y Raful a nivel nacional. Aplastó ahora a dos santurrones, como aspi­rante a la senaduría del Dis­trito Nacional.

Los liberales tienen el trauma del golpe de Estado a Juan Bosch en l963, olvi­dando que hubo una con­junción de actores y factores en aquel fatídico hecho.

Láutico García, Bonillita y la iglesia católica confluían con militares que perdieron privilegios; el interés de Es­tados Unidos de controlar el proceso, alegando temor a otra Cuba y la oligarquía alarmada por la reforma constitucional y las nuevas regulaciones sobre tenencia de tierra, libertad sindical, tope al precio del azúcar, en­tre otras medidas.

Las marchas azules de “reafirmación cristiana” eran insuficientes y un con­texto en que apenas comen­zaba a abrir sus puertas al mundo, la antigua finca del dictador.

Casi 60 años, y los que han planteado “E-gover­ment”, “República Digital” y ahora “Cuarta Revolución Industrial 4.0” siguen ancla­dos en el temor de los ser­mones.

En aquella Constitución, ni en la del 2010 de los alumnos hay espacio para teocracia, pero el miedo y el oportunismo y la negación de derechos contenidas en ambas cartas, prevalecen.

Si las iglesias definieran cursos políticos, los presiden­tes fueran escogidos en re­uniones conjuntas de la Con­ferencia del Episcopado y los evangélicos que reúnen de­cenas de miles personas cada primero de enero en el esta­dio olímpico.

A los representantes de las iglesias hay que escu­charlos y respetarlos, pero las decisiones de Estado se asumen en función del bien común, al margen de visio­nes religiosas.

El Partido Revoluciona­rio Moderno lo consignó en su plan de gobierno, y la organización y su enton­ces candidato presidencial lo tomaron como bandera y ganaron el corazón y los vo­tos de las mujeres y de sec­tores sensibilizados con el reclamo.

Muchos votos razona­dos advertían la conve­niencia de un equipo que asumiera lo que el PLD ne­gó con diversas escaramu­zas entre partido, gobier­no y congreso.

Algunos asesores prefi­rieron copiar la fórmula y recomendarla a un manda­tario que en diciembre re­afirmaba el compromiso de su gobierno y el partido con las tres causales en una en­trevista al periódico español El País.

Luis Abinader se libra de los cañonazos del Sermón de las 7 Palabras, pero tie­ne un campamento verde frente a la casa de gobier­no.

Después de todo, no es­tá tan mal el cuadro pa­ra el gobierno, porque re­legamos alzas de precios, inicio decisiones pacto eléctrico, pacto fiscal, im­pago de prestaciones y gravedad de la situación económica, pese al opti­mismo abinaderista.

Me quedo con Serrat y “Los macarras de la mo­ral”: anunciando el apoca­lipsis van de salvadores/y si les deja te pierden infalible­mente/manipulan nuestros sueños y nuestros temores/ sabedores de que el miedo nunca es inocente.

Redacción

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