¿Ese diálogo?
POR DANILO CRUZ PICHARDO.- El diálogo tiene la mediación del Centro Económico y Social y responde a una convocatoria del presidente de la República, que dice procurar consenso sobre transparencia e institucionalidad, agua, electricidad, transporte, educación, policía, seguridad social, mercado de hidrocarburos, laboral, reforma fiscal, entre otros temas.
Pero el presidente Abinader dispone deun programa de gobierno en el cual están plasmadas las soluciones a cada uno de los problemas citados. El mandatario tiene prerrogativas constitucionales para tomar medidas. Y donde se requiera una ley entonces envía un proyecto a las cámaras legislativas y punto. ¿Y ese diálogo?
Se recuerda que Leonel Fernández, en su gobierno 1996-2000, celebró varios diálogos nacionales. Pero Leonel buscó consenso porque estaba obligado, no tenía Congreso. A los diálogos de Luis es que no le encuentran la motivación, pues tiene luz verde para gobernar. Y desde el Congreso se le ha aprobado todo lo que ha enviado, incluyendo un festival de préstamos para gastos corrientes, que incrementan la deuda externa y no tienen retorno.
En el actual diálogo nacional se descarta consenso, pues cada sector defiende su interés particular y hay quienes apuestan al fracaso del Gobierno. La mayoría toma el escenario para dar discursos.
También se sabe de la presencia de politiqueros que cogen un aparte con funcionarios gubernamentales y expresan su disposición de “sacrificarse por un puesto público”, inclusive pasan papelitos con disimulo. Sin embargo, según se dice, la reforma tributaria es el tema cumbre de Abinader y aspira a sumarse a la oposición, lo que no se descarta si es mediantenegociación. A Luis le interesa recaudar más dinero y al PLD que dejen a todos los involucrados en corrupción pública tranquilos.
Ese sería un acuerdo, sin embargo, que derrumbaría la aprobación del Gobierno, no solo porque la lucha contra la corrupción ha sido su punto luminoso, sino porque la inflación que desataría una reforma tributaria es incalculable. Y las consecuencias sociales y políticas son impredecibles.