POR VINICIO CASTILLO SEMAN.- La Junta Central Electoral ha enviado un comunicado a los partidos políticos mediante el cual otorga un plazo de cinco días para que estos fijen su posición acerca de la posible posposición de las elecciones presidenciales y congresuales fijadas para el próximo 17 de mayo, teniendo en cuenta el estado de emergencia en que vive el país por la crisis generada por la pandemia del coronavirus.
La JCE ha dado un paso correcto y sensato debido a que se impone en este momento un gran acuerdo entre los partidos políticos y la Junta para fijar una nueva fecha de dichas elecciones, que nos permita razonablemente haber superado los grandes peligros que para la salud del pueblo dominicano representaría hacerlas el 17 de mayo. El estado de emergencia en que nos encontramos representa una causa de fuerza mayor que justifica plenamente la posposición de las elecciones y no creo que exista nadie en su sano juicio que se oponga a ello. Entiendo que la fecha del 28 de junio sería una fecha prudente y razonable; así como lo sería la celebración de una eventual segunda vuelta para el domingo 26 de Julio.
Ya existe el precedente reciente de la suspensión de las elecciones municipales del 16 de febrero, que no estaba contemplada en el ordenamiento jurídico como atribución de la JCE si no que fue producto de un colapso informático que hacía imposible en el orden práctico realizar dichas elecciones en los municipios que concentran la mayor cantidad de población del país. La pregunta e inquietud legítima que se plantea mucha gente es qué pasaría si se mantuviere o agravare
la crisis actual creada por el ataque de la pandemia. La Constitución no prevé la posibilidad de que no se puedan hacer las elecciones antes del 16 de agosto. Lo que, si queda claramente establecido y sin ninguna duda es que el presidente Medina, su gobierno y los legisladores actuales cesan en sus funciones el 16 de agosto a las diez de la mañana, sin que puedan ser prorrogados, en ningún caso.
Ante una situación como la descrita anteriormente la única salida sensata que tendríamos es procurar un gran acuerdo nacional para la conformación de un gobierno provisional de consenso que sea el encargado de la transición y de la realización de elecciones libres y limpias después del 16 de agosto. Pidámonosle a Dios, pues, que esto no sea necesario; que podamos vencer con éxito esta dura prueba que amenaza la salud del pueblo dominicano y que podamos salvaguardar la democracia realizando estas vitales elecciones antes de finalizar el actual periodo constitucional que termina el 16 de agosto.