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Alianza cada vez más estrecha entre China y Rusia inquieta a Occidente

PARÍS.- Bombarderos rusos y chinos que se acercan en forma amenazante al mar de Japón; declaraciones de “amistad eterna” entre Pekín y Moscú; multiplicación de acuerdos comerciales y energéticos… los temores de Europa y Estados Unidos de ver reforzarse los lazos entre Rusia y China parecen concretarse. Pero, si bien Moscú toma cada vez más distancias con el bloque occidental, un eventual pacto formal con su poderoso vecino no es para nada seguro.

De visita oficial en Tokio, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fustigó a comienzos de mayo el “inquietante pacto” que Rusia habría sellado con China, traduciendo así la preocupación de europeos y estadounidenses ante la amenaza de ese eje sino-ruso. Semejante acercamiento pone en peligro la hegemonía occidental en la escena internacional y atenúa seriamente los efectos de las sanciones impuestas a Moscú tras la invasión de Ucrania. Pero, ¿se trata realmente de un pacto formal o de una alianza?

El 4 de febrero de 2022, 20 días antes de la invasión rusa a Ucrania, el “nido de pájaro” –el estadio nacional de Pekín– recibía la suntuosa ceremonia de apertura de los 24° Juegos Olímpicos de Invierno. Sin embargo, “el acontecimiento más importante de la jornada no era ese”, subraya Antoine Bondaz, experto de la Fundación por la Investigación Estratégica.

Un poco más temprano, ese día, China y Rusia publicaron una declaración común para denunciar la influencia norteamericana y el papel de las alianzas militares occidentales, la OTAN y Aukus (entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos), en Europa como en Asia, juzgándolas “desestabilizadoras”. Ambos vecinos manifestaban una “visión común”, relaciones de una calidad “sin precedentes” e incluso una amistad “sin límites”, que no cesaron de estrecharse después del inicio de la guerra en Ucrania.

Pero nunca hubo pacto o alianza, tampoco hubo “cambio mayor” en las relaciones, sino más bien “el refuerzo de un acercamiento estratégico que data de hace ya varios años”, advierte Bondaz. A mediados de 1990, en efecto, unos primeros acuerdos fueron establecidos entre Moscú y Pekín en el terreno de la energía, que marcaron el fin del congelamiento que mantuvieron ambos vecinos durante la Guerra Fría.

En 2001, firmaron un tratado de amistad que confirmó las nuevas relaciones y, sobre todo, resolvió los diferendos de fronteras comunes que se extienden varios miles de kilómetros. Ese acercamiento se reforzó en la década de 2010, cuando Rusia se aproximó lógicamente a China después de la primera ola de sanciones occidentales tras la invasión de Crimea. Y ambos países continuaron después firmando acuerdos estratégicos en el terreno económico, reforzados el 4 de febrero último con contratos petroleros y gasíferos.

Según los especialistas, la declaración conjunta del 4 de febrero fue mucho más explícita que las anteriores. “Destacó no solo las relaciones estratégicas entre China Y Rusia, sino también la proximidad de ambos sistemas políticos, que buscan una credibilidad y coinciden en la crítica de la democracia liberal occidental y de la potencia estadounidense y sus alianzas”, analiza Emmanuel Veron, especialista de la China contemporánea.

Maniobras conjuntas

Sin embargo, hasta hoy, nada concreto fue ratificado, aun cuando los responsables rusos multipliquen las declaraciones en ese sentido e, incluso, los aviones rusos y chinos hayan realizado maniobras conjuntas cerca de Japón en vísperas de la visita del presidente norteamericano, Joe Biden, a la región.

En lo que podría ser calificado de “nuevo episodio” de las vivas tensiones diplomáticas entre Rusia y Japón, bombarderos chinos y rusos se acercaron juntos el 24 de mayo al espacio aéreo japonés, sin penetrarlo, declaró el ministro de Defensa japonés, Nobuo Kishi

Se trata de la cuarta operación de esa naturaleza cerca de Japón desde noviembre de 2021. Tokio, que mantiene diferendos fronterizos con sus vecinos ruso, chino y surcoreano, debe enviar en forma permanente sus aviones de caza para defender su espacio aéreo.

Kishi calificó esas operaciones ruso-chinas de particularmente “provocadoras” el mismo día que se realizó la cumbre del “Quad” en Tokio, nombre de la alianza informal que reúne a los máximos dirigentes de Estados Unidos, Japón, Australia e India, todos preocupados por la creciente influencia militar de China en la región Asia-Pacífico.

Un día antes, Moscú había reafirmado que “su prioridad era desarrollar sus relaciones con China”.

“Ahora que Occidente adoptó una posición ‘dictatorial’, nuestros lazos económicos con China crecerán todavía más rápidamente”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, agregando que Pekín dispone de tecnologías de información y comunicación “nada inferiores” a las occidentales. Víctima de una recesión vertiginosa de su economía –que debería retroceder entre 5% y 10% en 2022– debido a las sanciones occidentales, el Kremlin trata de establecer nuevos acuerdos en forma urgente.

En esas condiciones, ¿ambos países podrían llegar efectivamente a sellar un pacto? Por el momento, “China solo tiene una alianza defensiva con Corea del Norte y considera que no tiene ningún interés en atarse las manos con Rusia”, estima Pascal Boniface, fundador y director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas.

El apoyo de China a Rusia incluso parece haberse debilitado desde que comenzó la guerra. “Los chinos tratan de preservar los importantes lazos que tienen con el mundo occidental, con quien realiza lo esencial de su comercio exterior”, explicaba recientemente el exconsejero diplomático del presidente Jacques Chirac, Maurice Gourdault-Montagne.

El exembajador francés en Moscú, Jean de Gliniasty lo confirma. “China está en una posición de espera. Su principal objetivo es mantener sus ventajas económicas”.

“Es verdad, hubo y habrá ejercicios militares comunes. Por primera vez, en 2019 esos ejercicios fueron interarmas. Pero ninguna cláusula militar acompañó la declaración del 4 de febrero y la guerra de Ucrania lo confirma”, señaló a su vez Gliniasty.

El término de “pacto”, utilizado por la presidenta de la Comisión Europea parecería, pues, algo exagerado. Pero “hay que comprender esa declaración en el marco de la situación desencadenada por la invasión de Ucrania y la visita de Von der Leyen a Tokio”, analiza Bondaz.

Durante mucho tiempo, China encarnó la peor amenaza para Japón, contrariamente a los europeos, más preocupados por el vecino ruso. Hoy, ambas inquietudes coinciden con el refuerzo del eje sino-ruso que preocupa seriamente a los occidentales que ven su supremacía en la escena internacional más cuestionada que nunca y su margen de maniobra limitada por esos dos “amigos”, ambos miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y con derecho a veto.

AGENCIAS

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