“Avatar: The Way of Water”, un épico y torpe regreso al mundo de Pandora
En el 2009 James Cameron tomó al mundo por sorpresa con “Avatar”, filme que utilizó una variedad de nuevos e innovadores efectos visuales, además de otras tecnologías cinematográficas, para contar una épica historia que combinó los géneros de la ciencia ficción y la fantasía. Esta exitosa producción, escrita y dirigida por Cameron, se convirtió en una de las películas más taquilleras de todos los tiempos y ahora, más de una década después, la saga de la especie de los Na’vi y la luna de Pandora continúa con “Avatar: The Way of Water”, filme que recientemente se estrenó en las salas de cine y que es protagonizado por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Kate Winslet, Stephen Lang y Cliff Curtis.
Años después de los eventos del primer filme, Jake Sully (Sam Worthington) ahora vive con su pareja Neytiri (Zoe Saldaña) y la nueva familia que han formado en la luna Pandora, pero esta vida idílica llega a su fin con el regreso de una amenaza familiar que tiene la intención de continuar las injusticias del pasado y acabar con la raza de los Na’vi. Ahora Jake y Neytiri deben buscar la manera de sobrevivir para proteger su hogar y su familia.
Para desarrollar el guion y la historia de este filme y las próximas secuelas de esta franquicia, Cameron trabajó junto a un equipo de escritores compuesto por Rick Jaffa, Amanda Silver, Josh Friedman y Shane Salerno. Uno de los objetivos del director era expandir el mundo de Pandora, pero una de las complicaciones que enfrentó para filmar esta secuela fue la necesidad de esperar por años hasta que se crearan las nuevas tecnologías y equipos necesarios para filmar escenas de captura de movimiento bajo el agua.
De todas formas, la historia en sí no es tan simple y estereotípica como la primera parte, la cual fue el origen de muchos chistes y burlas y parodias que la compararon con películas como “Dances with Wolves” (1990), “FernGully: The Last Rainforest” (1992), “Pocahontas” (1995) y hasta los Pitufos. En este caso la película incluye mucha más acción y drama familiar, pero se concentra más en mostrar nuevos aspectos de las distintas culturas que conforman la raza de los Na’vi, enriqueciendo así el universo de Avatar. Aun así, no se hizo un gran trabajo en cuanto a los diálogos y se nota un manejo muy torpe del desarrollo de los personajes. Además, la trama en sí también tiene algunas inconsistencias y el esfuerzo del director y el resto de su equipo para establecer varias tramas secundarias que se desarrollarían en las próximas secuelas es muy obvio, pero, por suerte, estos desaciertos no son muy graves.
Por otro lado, los aspectos técnicos de este filme son impresionantes y mantienen un alto nivel de calidad que se nota tanto en su fotografía, efectos visuales, musicalización y demás. Gracias a esto, “Avatar: The Way of Water” es todo un logro visual que cuenta con hermosos paisajes, impactantes secuencias de acción tanto en las superficies y los cielos de Pandora como debajo de sus mares. También hay que mencionar que, visualmente, en algunas escenas se notan similitudes o referencias a otras obras de Cameron como “The Abyss” (1989) y “Titanic” (1997).
También hay que resaltar el buen trabajo que se hizo en la edición y montaje de este filme. A pesar de que tiene una duración de más de tres horas, en general la historia se desarrolla con un ritmo dinámico que no pierde el interés del espectador.
Esta película cuenta con un gran elenco encabezado por Sam Worthington, Zoe Saldaña y Sigourney Weaver, pero casi todos ellos realizan sus interpretaciones a través de la tecnología de captura de movimientos. En general las actuaciones están muy bien logradas y cumplen con las necesidades del filme y la trama, especialmente en los casos de Saldaña y Stephen Lang, pero tampoco es algo sobresaliente.
En general, a pesar de sus desaciertos en cuanto a trama y el manejo de sus personajes, “Avatar: The Way of Water” es el tipo de filme que ofrece una entretenida y divertida experiencia visual que se aprovecha más en una gran pantalla de cine.
JOAN PRATS