Opinión

Días de grandes discusiones políticas 

POR DANILO CRUZ PICHARDO.- Durante los últimos 16 años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana tanto Leonel Fernández (abogado y mejor comunicólogo) como Danilo Medina supieron establecer la agenda de los temas noticiosos que copaban los espacios de los medios tradicionales, digitales y redes sociales.

Y en los programas de comentarios, de los medios audiovisuales, esos eran los mismos asuntos que se abordaban, como si se tratara de una orquesta bien afinada, donde cada componente sabía la nota que tenía que tocar.

De esa manera resultaba fácil tumbar cualquier escándalo de corrupción, porque la denominada opinión pública se manipula y la gente solo habla de lo que se informa y se opina, lo que me hacía recordar a un autor periodístico que decía: “Noticia es lo que sale en los medios informativos”.

La verdad que nunca supe quién era el estratega, en materia de comunicación, en los gobiernos del PLD, como tampoco sé quién lo hizo en el primer cuatrienio del PRM, donde se le dio continuidad oficial a la línea del peledeísmo.

Esa política consiste en escoger a unos hechos noticiosos y excluir a otros, a lo que técnicamente José Antonio Mayobre Machado, comunicólogo venezolano, denominó “selección y combinación de características”.

El hecho es que los medios de comunicación elaboran sus noticias basadas en informaciones, las cuales provienen regularmente de fuentes fijas, que son aquellas instituciones o personalidades públicas que, por su importancia periodística, regularmente ofrecen datos para el consumo de la población.

Está fuera de discusión que la Presidencia de la República es la principal fuente fija. Es de ahí que la gente esté muy pendiente a todo lo que sale del Poder Ejecutivo y “La Semanal”, encuentro que sostiene el presidente con los periodistas cada lunes, satisface las expectativas.

El pasado lunes el jefe de Estado anunció una serie de medidas encaminadas a reducir el gasto fiscal. Se habló de un estimado de 25 mil millones de pesos de ahorro, por concepto de disolución y fusión de instituciones, así como la prohibición de fiestas, viajes y compra de vehículos de lujo.

Esas disposiciones del ejecutivo se inscriben en lo que sería la reforma fiscal, faltando por conocerse la parte tributaria que es la más compleja, por los intereses que involucra. De todos modos, el avance ofrecido por Abinader ha provocado un avispero entre diversos sectores de la colectividad nacional, que si no hubiera sido por la denuncia de Leonel Fernández, en torno al espionaje del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRAN), la gente solo estuviera hablando del mismo asunto.

Se espera que Luis Abinader informe el lunes todo lo concerniente a la reforma tributaria. Si la parte fiscal ha tenido impacto en materia de comunicación, se puede colegir, por los intereses que envuelve el punto impositivo, que el golpe comunicativo se multiplique por mucho, convirtiéndose en un torrente que arrope a todos los medios y redes sociales.

Ante esa eventualidad, no descarto que Leonel Fernández, que “no se chupa el dedo en materia de comunicación,” ya se esté preparando para una rueda de prensa, posiblemente para el lunes o martes, para referirse a ese aspecto o a otro.

Interrogantes

Sería una práctica de mezquindad no admitir que el Gobierno, en materia de comunicación, se maneja magistralmente. Pero una cosa necesariamente no implica la otra, por lo que someter varias reformas simultáneamente al Congreso Nacional lleva a formularse algunas interrogantes.

Por ejemplo: ¿Por qué someter una reforma tributaria y fiscal en el preciso momento en que ya se encuentra en las cámaras legislativas la reforma constitucional? ¿No era más conveniente una ofensiva o sistematicidad comunicativa enviando un proyecto después de la aprobación del otro? ¿O se procura tumbar el impacto de uno con otro?

Quiérase o no se trata de dos proyectos controversiales, que posiblemente de forma muy bien deliberada (Ahí entra la estrategia política) se someten a la “consideración” de los legisladores con una anticipación de casi cuatro años al certamen comicial de 2028, por lo que cualquier eventual choque político negativo tendría espacio para ser superado.

Algo más: Se sabe que los proyectos están definidos y la población conocería bien lo que el ejecutivo envía al Poder Legislativo, pero que nadie obvie que los congresistas están facultados para hacer las modificaciones que estimen convenientes, máxime con el carácter soberano que tiene la Asamblea Nacional.

(Los proyectos de reforma laboral y de seguridad social tienen importancia, pero la población atribuye mayor relevancia a los otros dos, razón por la que los prioriza y centra su atención en ellos).

Sin embargo, habría que esperar para formular juicios mejor sustentados. De lo que todos podemos estar seguros es que los medios de comunicación se darían “banquete” con el exceso de material informativo o materia prima para la elaboración de un producto conocido como noticia.

Y en un país con libertad de prensa, donde cada cual emite su opinión sin censura alguna, se producirían grandes discusiones en los medios de comunicación, en las redes sociales y en todos los lugares donde se acumula gente.

Redacción

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