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El cambio climático desafía en República Dominicana a la política monetaria

República Dominicana y la región de Centroamérica enfrentan un creciente desafío para sus bancos centrales y autoridades financieras: la creciente vulnerabilidad climática que amenaza la estabilidad macroeconómica y financiera.

Un reciente estudio publicado por la Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano (Capard) advierte que los riesgos asociados al cambio climático están intensificando la presión sobre los marcos de política monetaria y financiera de la región.

El documento, titulado Política Monetaria y Financiera de Centroamérica, Panamá y República Dominicana Frente al Cambio Climático: Desafíos, Avances y Oportunidades, pone en evidencia que los efectos de huracanes, inundaciones y sequías no solo erosionan la actividad económica y productiva, sino que además se convierten en factores de riesgo directo para la estabilidad de los precios, el sistema financiero y las cuentas fiscales. En el caso específico de República Dominicana, la exposición a fenómenos como los huracanes Irma y María (2017), así como los episodios de sequía en 2023, resalta la necesidad de integrar consideraciones climáticas en las decisiones de política monetaria. Según el estudio, estos eventos climáticos extremos incrementan la volatilidad de los precios de alimentos y energía, impactando la inflación y complicaron la labor del Banco Central en mantener la estabilidad de precios.

Penélope Caraballo Gómez, Juan Quiñónez Wu y Lucía Rezza Rocha, autores del informe, señalan que las instituciones financieras de la región deben reforzar su gobernanza climática. Esto implica no solo la incorporación de herramientas de gestión de riesgos, sino también la adopción de estrategias de comunicación que informen al público y a los mercados sobre las vulnerabilidades y respuestas de política.

El análisis de la Capard destaca que el cambio climático afecta a las economías a través de dos grandes canales: los riesgos físicos y los de transición. Los primeros son los daños directos causados por desastres naturales, mientras que los segundos están relacionados con los ajustes hacia economías más sostenibles, que pueden alterar los precios de activos y los patrones de consumo e inversión.

“Los riesgos físicos como huracanes e inundaciones afectan la producción agrícola, el turismo y la infraestructura crítica en la región, incluyendo República Dominicana. Estos daños tienen repercusiones fiscales, incrementando la deuda pública y reduciendo la capacidad de respuesta económica”, explican los investigadores.

Además, el estudio resalta que los riesgos de transición —derivados de políticas para reducir emisiones de carbono o de cambios en la demanda de combustibles fósiles— pueden generar disrupciones (alteraciones o cambios significativos en su funcionamiento normal) en los sectores productivos. En el país, esto es relevante para la generación eléctrica, donde la matriz energética dominicana depende aún de combustibles fósiles, especialmente en el segmento de generación térmica.

Importancia de la prueba de estrés para los bancos

Los autores proponen que los bancos centrales y autoridades financieras de la región adopten instrumentos como pruebas de estrés climático, ajustes en sus marcos operativos y mayor coordinación con otras entidades gubernamentales para integrar las consideraciones ambientales en sus decisiones.

El estudio subraya que varios países, incluido República Dominicana, han comenzado a considerar la dimensión climática en la supervisión financiera. Sin embargo, aún hay desafíos significativos para convertir estos primeros pasos en acciones concretas que protejan la estabilidad macroeconómica.

MARTIN POLANCO

Redacción

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