Opinión

El fraude mayor

POR NARCISO ISA CONDE.- Todas las trampas evidenciadas en la campaña y las votaciones recientes se derivan de una trampa o fraude mayor. Es una trampa estructural, profundamente antidemocrática, construida en una sociedad trágicamente desigual; basada en un capitalismo mafioso, que arrastra el sistema de partidos, los convierte en empresas comerciales, transforma el voto en mercancía, las elecciones en mercado y excluye de lo electoral los problemas cruciales del país, sobretodo el valor y la defensa del patrimonio social.

El sistema político-electoral ha quedado montado sobre un orden económico-social antidemocrático, concentrador de la propiedad, las riquezas y el poder de decisión y opinión; atrapado en las redes de esas estructuras socialmente excluyentes, mercantilizadas y corrompidas.

Además, el neoliberalismo, con sus privatizaciones y perversiones antidemocráticas -como modalidad actual del capitalismo imperialista- redujo previamente el poder de las alcaldías sobre sus territorios y se ha estado apropiando gansterilmente del patrimonio natural; lo que ha sido bastante silenciado.

A ese gran tema, que los medios de comunicación, los partidos y la JCE colocan fuera de la agenda y del debate, se le suma que la Constitución vigente, la ley orgánica electoral y la ley de partidos, imponen una camisa de fuerza que convierte la democracia capitalista original (liberal-representativa) en partidocracia, con un estado y un régimen electoral secuestrados por cúpulas partidistas, combinada con plutocracia (poder del dinero).

Esa realidad estructural-institucional, consolidada a lo largo del período post invasión militar estadounidense del 1965, constituye el gran fraude a las que se suman muchos otros más. Los miembros/as de la JCE y el TSE son designados/as por quienes controlan el Estado desde el sistema de partidos, el poder del capital privado y el Senado. Quienes se apropian del patrimonio territorial, se apropian de todas las instituciones, las leyes y la Constitución.

Los financiamientos espurios a su vez degradan el sufragio a través de asignaciones presupuestarias discriminatorias, dinero previamente robado al Estado; plata del narco-lavado, bancas de apuestas e inversiones de élites capitalistas en el negocio electoral. Proliferaron candidatos delincuentes y partidos mafiosos impunes, y abundaron las violaciones y fraudes, ante y durante las votaciones.

Todas estas trampas y fraudes, todas estas fases y facetas del engaño, la corruptela, la mentira y el negocio, se consumaron en estos comicios municipales; cada vez más degradados por la persistencia de trampa sistémica y el fraude mayor. Por eso se ha pervertido, desacreditado y cualquierizado el sistema electoral y sus comicios, se registran altos niveles de abstención y se ilegitiman sus resultados.

Redacción

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