Rotura de tuberías causa temor en sector Bella Vista
Santiago. A sus 99 años de edad y en silla de ruedas, María Petronila Rodríguez, vive en constante incertidumbre ante las explosiones en la tubería matriz en el sector Bella Vista que ya se ha vuelto rutina.
En la madrugada del viernes, con la nueva explosión frente a la vivienda de la anciana, en la calle Fernando Bermúdez, su vecina y cuidadora, María de los Santos Fernández tuvo que cargar en sus hombros a la dama.
“Con esta es la tercera ocasión que se registra daños por las deterioradas tuberías de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santiago. Como soy su vecina y trabajo cuidándola, tengo que levantarme y cargarla para llevarla un lugar seguro”, dice Santos Fernández. La más reciente explosión de la tubería de agua potable, afectó la entrada principal del hogar de María Petronila Rodríguez y la acera de su vecina.
La tubería de Bella Vista fue colocada en el año 1972, cuando apenas existían pocas viviendas. Un levantamiento hecho por la junta de vecinos de la zona establece que al menos 30 casas requieren ser reubicadas ante la posibilidad de que las tuberías sigan causando daño, debido a que agotaron su vida útil. En menos de dos años, se han registrado al menos ocho explosiones solamente en la calle Fernando Bermúdez, causando daños a varias casas y heridas a niños.
El colmado, propiedad de Francisco Diloné, ubicado al lado de la vivienda de María Petronila Rodríguez se ha visto afectado en varias ocasiones. “En la gestión de Silvio Durán, la Coraasan tuvo que pagar 50 mil pesos como indemnización debido que una explosión afectó mi colmado y dañó parte de mis mercancías”, apuntó el comerciante.
Los propietarios de viviendas decidieron acudir a los tribunales en una demanda colectiva contra la Coraasan, a la espera de que sean resarcidos como indemnización por los constantes daños. La entidad acuífera ha informado en varias ocasiones, que requiere de una inversión superior a los 100 millones de pesos para el cambio de las tuberías y un nuevo trazado.
MIGUEL PONCE